COLUMNISTAS

Los tiempos difíciles de la vida post pandemia

 

Por Raúl López Gómez

La carestía de la vida con la galopante inflación y los aumentos de precios en alimentos básicos y servicios en general, agobian a una población desesperada de clase media y de pocos ingresos, que describía Colosio, con la frase del discurso “veo un México con hambre y sed de justicia”.

En el recorrido clásico del sentir de la gente, que se encuentra agobiada por una situación impensable, nunca antes vista o vivida en los tiempos de antes, por la guerra de Rusia en contra de Ucrania.

Cuando la gente podía ir al día, y comer con los cien pesos diarios, se pulverizaron.

Y los “ricos también lloran”,  con la problemática y las quejas de los que más tienen, siempre.

Sí precisamente, a esos que dice el presidente del “muera el clasismo el racismo y de los corruptos, que con una arenga se pretenden borrar por la condición del poder económico, que no quieren perder.

Los de “nosotros los pobres” del clásico nacional, estoicos, orgullosos de la patria, del gobierno de la Cuarta Transformación del presidente AMLO, se sienten felices y nada de queja o llanto, por el cambio de menú obligado para la máxima fiesta de todos los mexicanos.

Masa y tortillas de la clásica vitamina “T” tacos, tostadas y tamales sin carne, abundantes fríjoles, queso y todo lo que está al alcance para la cena del Grito de Independencia, ya con más control de las bebidas espirituosas por lo delicado de la condición económica.

El pollo sólo en el recuerdo, y el fin de aquella condición pragmática de “animal que corra y vuela, va para la cazuela.

Las otras voces, las de los clasemedieros, simplemente en el descontento sin fiesta, sin cenar y sin tomar ni aire, como una mala protesta a no gastar para la celebración.

“Los de abajo”, llevan hasta la suegra, los chamacos, los vecinos, con las tortas y pambazos con espíritu de frijol y queso, y el chorizo imposible, solo un pedacito para el olor y el sabor infaltable.

Con orden, ya en el recuerdo las cervezas y el alcohol a causa de los dos años de pandemia, que con más de ”siete pasos” obligados de aislamiento de dos años, fue como vivir en “el anexo”.

Simplemente, muchos se curaron hasta  de las “viejas” costumbres del pasado.

Con todo y el panorama negro de la situación económica nacional, por el alto costo de la vida con los elevados precios de gasolina, luz y hasta las mordidas callejeras, lo bonito de la situación, es que los pobres nunca lloran y hasta celebran resilientes a la adversidad a lo que son inmunes y felices, por eso festejan y dan gracias a Dios.

Es la simple costumbre de disfrutar la vida, a cambio de no tener problemas, aunque las deudas duelan y lastimen el alma los días de quincena, siempre hay un mañana. (No te rindas. Benedetti)

Muchos de los ricos se fueron a la fiesta mexicana de más de mil 500 pesos por persona o más caro, con lo que podrían cenar en abundancia toda una familia.

Las fiestas del 15 de septiembre en la entidad veracruzana con las lluvias encima, y la creciente de ríos que en más de cien municipios afectaron la fiesta.

Los tamales y toda la comida de las  fiestas patrias, se destinaron a la gente que se vio afectada por el desbordamiento de ríos.

La solidaridad humana presente, es lo más importante, entre unos y otros, aunque siempre en estás fechas de noche del grito de independencia en estas tierras azotan lluvias y huracanes como Gilberto, Karl y Stan, de los malos recuerdos.

Con el temor justificado de mucha gente de la Cuenca del Papaloapan, y de otros lugares, que saben que el agua es vida, pero en estas fechas a veces trae la desgracia a la población humilde, que vive cercana a los ríos y de nuevo la tragedia.

En las zonas afectadas, se requiere ayuda, y hay que dárselas con urgencia.

Va la anécdota, del libro cubano, obsequio de don Pedro Margolles, de Prensa Latina, -todo un Best Seller-  y que escribió el prólogo a la gran obra narrativa de Lisandro Otero, que describe varias historias, como la muerte de Beny More. Y otras más.

Como la del filósofo francés Jean Paul Sartre, acompañando al comandante Fidel Castro, por la sierra en aquellos  años, después de 1958, dio cuenta que al líder, la gente le pedía muchas cosas a causa de la difícil situación de pobreza en el campo.

Y en forma sutil le preguntó Sartre al comandante, con mordaz y fina ironía del l famoso intelectual del Existencialismo y Post-Modernismo del Marxismo Humanista, “y si le piden la luna”.

–Mire usted, si me piden la luna, hay que dárselas, porque la necesitan. Respondió el comandante Fidel Castro, siempre ágil de mente y de sobrada inteligencia.

En otro asunto, amplio reconocimiento al diputado federal veracruzano, Sergio Gutiérrez Luna, por el éxito alcanzado con la famosa “Operación Alito”, que aprobó Morena y sus aliados en la Cámara de Diputados para que las fuerzas armadas realicen labores de seguridad pública en el país hasta el 2028. Así las cosa.

 

**Las columnas firmadas en este medio son responsabilidad de quienes las firman**