COLUMNISTAS

En busca de la represión

 

Por José Páramo Castro

Ahora que la participación en las calles es prácticamente un día de campo, las clases medias se disfrazan de rosas para salir a ver qué se siente con la garantía de que no serán reprimidos. Ahora salen a las calles los cómplices de quienes reprimieron, quienes les decían vagos a los que se expresaban en las calles, a los que nada tenían que hacer, según ellos.

Si no tuvieran la certeza de que o serán molestados en sus expresiones de conservadurismo no asomaban ni la nariz. Pero como lo saben que sus garantías individuales están garantizadas en este gobierno provocan la represión como un signo de superioridad del que no pueden separarse porque el clasismo lo tienen tatuado en el alma.

 

DISFRAZ DE LA OPOSICIÓN

Desde los asistentes a la marcha del 26, hasta las feministas del martillo y las bombas molotov, se muestran como provocadoras para ser reprimidos. La provocación es la consigna que sustituye a la razón de las marchas conservadoras cuya causa es tan diversa como dispersa, según sus propios argumentos.

Para los conservadores, nostálgicos del pasado, es más importante la marcha que la solución que exigen para su problema. Porque en realidad no hay problema, el problema son ellos que no dejan gobernar más que a sus cómplices, como nunca antes se había visto en la historia de México. Se multiplican las marchas para impedir las obras del sexenio pero no porque en ellas haya injustica o ilegalidad, como en otros tiempos, sino porque quieren impedir el avance de un movimiento que día tras día los descubre en sus corruptelas y pasividad a la hora de trabajar.

 

 

La oposición no desea más que hay un acto mínimo de represión para estallar la noticia en todos los medios nacionales a su servicio y también en el extranjero. Al fin y al cabo, los medios convencionales tienen un mismo origen parasitario y una misma idea conservadora con objetivos comunes que es la imposición de un sistema económico de explotación, discriminación, corrupción, marginación, exterminio.

Los conservadores han abierto dos puentes que los conducen a crear espacios en los medios de información nacionales y extranjeros que son la represión social, y la censura a la libertad de expresión. En ellos se concentran para que impulsarlos, como siempre lo han hecho, pero esta vez del lado de la aparente víctima.

Con la cancelación de esos dos derechos humanos, saben que tienen todos los espacios abiertos, incluyendo al Departamento de estado del vecino país del norte que en nombre de la libertad y la democracia intentará irrumpir violentamente en nuestro territorio.

Como no han logrado penetrar a través de la cancelación de la libertad de expresión o del respeto a los derechos humanos, ahora encuentran en el pretexto de estadounidenses con antecedentes penales secuestrados en Tamaulipas la mejor oportunidad de intentar entrar agentes, policías y soldados armados de su país a nuestro territorio.

Lo más cercano a la represión que encuentran los conservadores de ambos lados de la frontera, es el secuestro de cuatro gringos, en Tamaulipas, a manos de un grupo de delincuentes.

Desde luego que los conservadores de México coinciden con los conservadores de Estados Unidos. No tienen patria ni identidad, su bandera es la búsqueda de privilegios. Por eso en la marcha del 26 de febrero, se vistieron de rosa, no se identifican ni con el color de la bandera, ni la de su partido, simplemente son ellos en busca de la recuperación de su motín que la dictadura del PRI y el PAN les otorgó.

La oposición usa la provocación evocando la represión, hasta convertirlo en su forma de hacer política, un ejemplo claro y escatológico es la propuesta de la diputada Teresa Castell que pide colocar en letras de oro el nombre de Felipe Calderón en la Cámara de Diputados. Esas son las acciones políticas de una oposición vacua.

Los conservadores buscan la represión a como dé lugar, lo cual significaría tender un puente para la intervención, de todo tipo, de Estados Unidos, país que pareciera estar ciego ante la matanza de la usurpadora Dina Boluarte en Perú, donde ha asesinado a más de 60 personas, herido a 2 mil, y encarcelado a 1,800 por el grave delito de exigir el regreso a la democracia. Contrariamente a lo que piden los conservadores mexicanos que piden, exigen el regreso a los privilegios, sin importar si esto está dentro o fuera de la democracia.