Torbellino de órdenes ejecutivas de Trump provocaría crisis constitucional en EU
El presidente Donald Trump ordenó la anulación de la ley que prohíbe el soborno en otros países de empresas estadunidenses, alegando que la medida anticorrupción interfiere injustamente con los negocios de su país en el extranjero, sólo una de decenas de órdenes, algunas de las cuales podrían estar provocando una crisis constitucional.
El torbellino de órdenes ejecutivas, nuevas medidas, iniciativas y hasta asaltos sobre agencias del poder Ejecutivo en sus primeras tres semanas en la Casa Blanca está asombrando a las cúpulas políticas, económicas y mediáticas del país, justo el objetivo de Trump y sus estrategas.
“Estamos en medio de una crisis constitucional ahora mismo. Ha habido tantas acciones inconstitucionales ilegales en los primeros 18 días de la presidencia Trump. Nunca hemos visto algo parecido”, comentó Erwin Chemerinsky, decano de la Escuela de Leyes de la Universidad de California, Berkeley, al New York Times.
Y el desafío del ejecutivo al poder judicial es abierto y explícito. El vicepresidente JD Vance declaró esta semana que “los jueces no tienen permitido controlar el poder legítimo del Ejecutivo”, comentario que desató un debate sobre el tema, con algunos señalando que el papel de los tribunales es justo definir qué es “poder legítimo” y qué no.
Más aún, la Casa Blanca reitera que todo lo que hace es legal, y expresa “la voluntad del pueblo”, rehusando reconocer límites y normas anteriores. Incluso, el lunes un juez federal declaró explícitamente que la Casa Blanca violó y está desafiando su orden anulando el congelamiento de miles de millones en fondos gubernamentales ya asignados. Pero la Casa Blanca está preparada para continuar estas disputas, esperando prevalecer en algunas ya que considera que tiene de su lado la última instancia judicial del país, la Suprema Corte.
La vocera de la Casa Blanca rechazó que el país esté en una “crisis constitucional”. “La verdadera crisis constitucional es la que está ocurriendo en nuestra rama judicial, donde jueces de tribunales de distrito y distritos liberales a través del país están abusando de su poder para bloquear de manera unilateral la autoridad ejecutiva básica del presidente Trump”, argumentó Karoline Leavitt.
El torbellino de órdenes, casi todas las cuales ya son parte de disputas legales en lo que es un intento sin precedente para ampliar el poder presidencial, desde el despido masivo de trabajadores y funcionarios federales, echando a jefes de varias agencias, el congelamiento de fondos federales, el ingreso de personas no autorizadas a sistemas cibernéticos que manejan las nóminas e información personal de millones de burócratas, la anulación del derecho constitucional a la ciudadanía por nacimiento, persecución personal de investigadores y fiscales federales y hasta amenazas contra disidentes, entre otras.
Por ejemplo, tan pronto que fue instalada la nueva procuradora general Pam Bondi, un puesto que también controla el Departamento de Justicia, emitió 14 órdenes, incluyendo una para abrir una investigación contra quienes se atrevieron a investigar a Trump en los últimos cuatro años, otras para asegurar lealtad plena a la agenda del mandatario, entre otras, además de restaurar la pena de muerte a nivel federal. Vale recordar que ese departamento ya despidió a casi todos los fiscales que trabajaron en los casos criminales contra Trump y también los que llevaron a cabo las acusaciones y juicios de los cientos de acusados en el asalto del Capitolio instigado por el ahora presidente.
Pero es el hombre más rico del mundo, Elon Musk quien como el encargado de “eficiencia gubernamental” en un puesto inventado por el presidente, está encabezando algunos de los asaltos más espectaculares del gobierno federal, literalmente clausurando las oficinas de USAID, enviando a su equipo personal a tomar control de sistemas cibernéticos del Departamento del Tesoro y aquellos burócratas que no obedecían sus órdenes fueron suspendidos, y nadie parece saber si estas acciones son legales o no.
En una presentación sin equivalente el martes, Musk apareció al lado del escritorio del presidente en la Oficina Oval -con Trump sentado ahí- para justificar lo que estaba haciendo como un esfuerzo de “transparencia” y para “restaurar la democracia” al combatir lo que afirmó es corrupción en varias partes del gobierno, sin ofrecer pruebas. Mientras tanto, el “funcionario” continúa -igual que su jefe- operando como empresario sin respetar lo que hasta ahora era un norma sagrada de evitar conflictos de interés entre su función en el gobierno y sus negocios privados. Acababa de intentar comprar una empresa de inteligencia artificial.
Con su ahora aparente poder ejecutivo sin límites, y de estar literalmente al lado del mandatario desde su inauguración hasta la fecha, observadores siguen tratando de calcular qué tanto poder tiene Musk. La semana pasada, la portada de la revista Time fue una imagen de Musk sentado en el escritorio presidencial.