COLUMNISTAS

Pirañas en Morena

Por Ángel Álvaro Peña

La pasión con la que apuestan a sus corcholatas los morenistas anuncia no sólo ruptura y división sino enemistad y violencia interna. La degradación de la discusión se volvió pleito de familia y si anteriormente el PRD se desmoronó a causa del enfrentamiento de sus tribus ahora se vuelve una lucha de pirañas, que la oposición empieza a aprovechar.

El domingo pasado se eligió al líder estatal de la Ciudad de México de Morena, sin incidentes mayores, pero en Nuevo León la elección de Anabel Alcocer, creó una polémica que estuvo a punto de repetir la elección.

 

EL IMPUESTO

En Veracruz, Morena tiene una serie de anomalías que desmorona al movimiento, la imposición del señor gobernador de su muy cercano colaborador, el prepotente Esteban Ramírez Zepeta, como delegado del partido ene estado y luego ungido, sorpresivamente como presidente del partido, a pesar de su ignorancia y falta de experiencia, es sólo un ejemplo que arroja como resultado la inconformidad de la militancia. Además, en los cargos públicos hay muchos ex priistas y ex panistas y los fundadores, con los perfiles adecuados, se quedaron esperando a nominación. La demoledora imposición de Zepeta no sólo dividió al partido sino que progresivamente le quitará muchos votos en toda la entidad.

 

 

El hecho de tener sólo un líder tiene consecuencias negativas porque los militantes de Morena saben pelear todo o nada y así su disputa por la candidatura a la Presidencia de la República en 2024, se convierte en una encarnizada lucha a muerte entre quienes quieran que el candidato sea Marcelo Ebrard y los partidarios de Claudia Sheinbaum. Se dan con todo como si se tratara de militantes de otros partidos; sin embargo, no reparan en la unidad y se asemejan a los panistas, pero más aún a los perredistas que solo esgriman los defectos del oponente en lugar de exaltar las virtudes de su favorito. Además, lo hacen con rabia, resentimiento, incluso con agresividad.

La inercia de tener un solo líder les impide tener una cultura partidista lo suficientemente madura como para participar para convencer y no para hacer daño. Se trata de una verdadera guerra donde lo que menos importa en la unidad del partido.

 

LOS SEPARATISTAS

Morena viene de una serie de encuentros, debates, elecciones donde mostró una vocación separatista, desde luego influida por personajes con la intención de desarticular el movimiento disfrazados de demócratas como John Ackerman, Ricardo Monreal, Bertha Luján, etc. Va hacia la selección de candidatos son sus propios seguidores y tiene a mediano plazo la elección presidencial, la cual adoptan con irresponsabilidad y poca conciencia.

La pelea por demostrar que el contrincante es el peor, se pierde mostrando que su favorito carece de méritos propios como para centrar su lucha en los defectos del otro, esto la oposición lo ve con cierta diversión porque sabe que de seguir así el año 2024 llegará con un partido en el poder dividido y enfrentado.

En una organización donde hasta la democracia interna se convierte en factor desestabilizador de toda la estructura simplemente no merece gobernar. Porque Morena se sostiene arrasando en la elección gracias a la fragilidad de la oposición y no a causa de su fortaleza. Por eso se esmeran en buscar defectos en el contrincante en lugar de encontrar virtudes en su favorito.

Luchan con tanta pasión que pareciera que, entre los grupos de apoyo, que no son otra cosa que eso, gente de apoyo, podrían salir los secretarios de gobierno de uno y otro precandidato, o como si en ello les fuera el sustento económico de los próximos seis años.

Principalmente la lucha se centra entre la gente de Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum, ellos siguen siendo compañeros y han jurado que mantendrán siendo fieles al partido pase lo que pase, los seguidores son los que colocan trampas en el camino y radicalizan el discurso hasta polarizar a la militancia.

Golpear a Marcelo o a Claudia de la manera como lo hacen en busca de la descalificación la participación de uno y otro, para impedirle llegar a la candidatura es golpear al Presidente, porque él los eligió para ser parte importante de su movimiento. Ambos tienen defectos y virtudes que deberán ser señalados por la población, por la oposición y, ahora, por la militancia, como si ésta fuera parte de una contienda electoral y no un ejercicio de selección de candidatos.

La guerra entre grupos a favor o en contra de estos funcionarios públicos muestra la inmadurez del movimiento y la novatez política de sus integrantes, porque desconocen lo que es una batalla interna y ven en el compañero una especie líder futbolero, donde los colores y las siglas deben ganar por el simple hecho de que ellos lo apoyan.

Esta pelea ha soltado una serie de mensajes de la oposición que se suman a la división en Morena, por ejemplo, hay priístas, que, sólo por molestar y hacer daño, anuncian que si el bueno es Marcelo se salen del PRI y se unen a Morena, dando a entender que Marcelo representa la derecha de la contienda interna por la candidatura a la Presidencia de la República.

Otros, desde la otra perspectiva, señalan que si la candidata es Claudia el país se vendrá abajo porque sería la copia fiel del sexenio que estamos viviendo y que las puertas del PAN están abiertas para todos los que estén inconformes con designación de la actual jefa de gobierno.

Es decir, los morenistas están tan ciegos defendiendo a su abanderado que no advierten del peligro en que la oposición coloca a su partido. La continuidad de un partido en el poder nunca es un seguimiento preciso del anterior. Esto no ha sucedido ni en Corea del Norte, donde la presidencia ocurre como en una dinastía, que se hereda de padres a hijos, pero ante la miopía de algunos militantes la división está más cercana que la unidad.

La cúpula de Morena olvidó preparar a sus militantes para estos momentos, consideró que bastaría con la continuidad como una sucesión de terciopelo, sin contar que desde el centro del movimiento siempre estuvo presente el espíritu separatista, divisionista, suicida.

Moren es un partido joven que ante la falta de experiencia política de sus militantes parecieran estar dentro de una pecera comiéndose unos a otros como pirañas. Ni aprenden de la historia ni viven conscientemente el presente. Simplemente se dañan porque así es su naturaleza.

 

PEGA Y CORRE

Mientras Samuel García afirma que su partido, Movimiento Ciudadano puede ganar las elecciones en 2024, las encuestan marcan un notoria pérdida de espacios de ese partido en Jalisco.

 

Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes

 

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