COLUMNISTAS

Pigmentocracia y discriminación

Por Ricardo Homs

Hoy que la migración de latinoamericanos hacia Estados Unidos ha aumentado y México se convierte en el paso obligado, -más el natural flujo migratorio de nuestros connacionales que se desplazan desde el sur y centro de nuestro país hacia el norte-, es que este tema se convierte en moneda de cambio dentro de la relación entre los gobiernos mexicano y norteamericano.

Consideremos también que ya no sólo pasan por nuestro territorio centro y sudamericanos, sino también haitianos, asiáticos y africanos, mas la llegada de los primeros ucranianos, -damnificados de la guerra que libra su país frente a la invasión rusa- y aunque queramos evadirlo, el tema étnico se convierte en un filtro discriminatorio, practicado por las autoridades migratorias y policiales, pero también por la ciudadanía.

Es cierto que los mexicanos somos solidarios frente a la adversidad ajena y ayudamos a la gente vulnerable, pero también vemos que hay sectores de nuestra población que practican la discriminación de acuerdo al tono de piel y abusan de la vulnerabilidad del migrante.   

La discriminación étnica es común en todo el mundo. Es cuando dentro de un país una raza trata de proyectar superioridad frente a otras.

 

LA DISCRIMINACIÓN 

La discriminación en México no debiera existir, puesto que nuestros orígenes son los pueblos precolombinos, de piel morena. Sin embargo, la discriminación existe y muy fuerte, pero con raíces muy diferentes a la practicada en Estados Unidos y Europa.

En Europa occidental, donde la piel clara es predominante, es más probable encontrar discriminación sobre personas de otras etnias de piel morena que están radicadas en el país con categoría de minorías raciales.

Sin embargo, hoy que la globalización ha generado movilidad a partir del turismo, del intercambio comercial y de las vinculaciones laborales, vemos que a partir del éxito manifestado en el nivel socioeconómico de quienes poseen piel morena, es que este factor neutraliza el sentimiento discriminatorio arraigado de modo inconsciente en el país que la gente morena visita o adopta como residencia.

Es más, los avances culturales educativos en el mundo dan a cualquier tipo de discriminación un significado socialmente incorrecto e inaceptable. Sin embargo, la realidad cotidiana nos muestra que será hasta las próximas generaciones cuando estos nuevos planteamientos socioculturales, -considerados hoy socialmente correctos-, sean asimilados inconscientemente y de forma plena.

Regresando al tema de migración y discriminación racial en México, vemos que en el ámbito de la discriminación se conforma un fenómeno psicosocial denominado “disonancia cognitiva”, que es el fenómeno identificado por el psicólogo social León Festinger, el cual nos empuja a pensar de una forma y reaccionar de modo contrario. De este modo vemos que asimilar integralmente y de modo emocional los razonamientos sociales, es un proceso lento. 

Los mexicanos manifestamos públicamente rechazo a la discriminación étnica y socioeconómica, -pues la consideramos socialmente incorrecta e inaceptable-, más sin embargo, la practicamos continuamente. 

El concepto “pigmentocracia” nos ayuda a clarificar este fenómeno social.

Este concepto fue creado en 1944 por el fisiólogo chileno Alejandro Lipschutz para describir las diferencias etno-raciales que terminan sustentando la discriminación, simbolizadas por el tono de la piel.

Aterrizando este tema en la realidad cotidiana de México vemos un componente adicional.

Si bien la discriminación es un fenómeno global, vemos que este se caracteriza en casi todo el mundo por tener como detonador que una persona de rasgos étnicos socialmente considerados superiores rechace a una persona de una etnia considerada inferior. 

 

LA PIGMENTOCRACIA

Esto confirma que el primer rasgo a considerar siempre es el tono de la piel, motivo por el cual este fenómeno se denominó pigmentocracia, en alusión a la clasificación tonal de los colores utilizada en las artes gráficas. Después seguramente los rasgos faciales.

Sin embargo, en México este fenómeno adquiere otros componentes que le dan nuevos significados a la pigmentocracia. En nuestro país la discriminación se puede dar entre dos personas con rasgos étnicos similares, pero una de ellas en posición socioeconómica inferior a la otra.

Por tanto, lo único que en México nulifica la discriminación étnica es el éxito, ya sea este económico, social o político.

Los indígenas son ensalzados en el discurso demagógico oficialista y gubernamental, pero son discriminados en la práctica de modo cotidiano por la misma sociedad, lo cual termina teniendo grandes significados inconscientes de tipo aspiracional. Podemos entonces entender que diferenciándonos los mexicanos de piel morena de quienes tienen un tono más oscuro que el nuestro, nos reivindicamos en nuestra autoestima.

De este modo generamos una cadena de resentimientos inconscientes. En el ámbito rural, -así como en pequeñas poblaciones o incluso las grandes ciudades-, este fenómeno es evidente.

La forma en que discriminamos a los migrantes centroamericanos y los afroamericanos que provienen del Caribe no es una conducta similar a la que tenemos frente a los migrantes ucranianos y los que tienen características étnicas europeas.

Somos un país de castas con una estructura social informal, similar a la India.

Vemos como estos códigos culturales anidados en el subconsciente de los mexicanos se transporta incluso más allá de nuestras fronteras cuando migramos.

Sin negar el espíritu solidario del mexicano ante la adversidad que enfrentan quienes nos rodean cuando las manifestaciones se vuelven evidentes y desgarradoras emocionalmente, el trato que damos en nuestro territorio a los migrantes es igual o peor al que reciben muchos mexicanos en Estados Unidos.

Muchos migrantes mexicanos que se vuelven exitosos económica y socialmente y se arraigan en Estados Unidos, nunca logran erradicar estos prejuicios discriminatorios frente a las nuevas olas de migrantes latinoamericanos que llegan a ese país; discriminan al recién llegado.

La cultura de “como te ven te tratan” predomina en México.

Las ofertas laborales cuando se redactan para el cargo básico que sea, invariablemente mencionan la restricción “excelente presentación”, lo cual todos entendemos se refiere a aspectos raciales. Por tanto, el aspecto étnico puede ser una ventaja competitiva laboral para quienes tienen la piel un poco más clara, pero una desventaja que sume en la marginación a nuestros pueblos originarios.

Podríamos concluir que la discriminación étnica adquiere características propias en México a partir de que se practica entre iguales y nace de una necesidad inconsciente de restauración de la autoestima a partir de la diferenciación.

¿A usted qué le parece?