COLUMNISTAS

Los sentimientos en la sucesión presidencial

 

Por Carlos O. Silva Bandala

Ya han sido varias veces en que el Presidente Andrés Manuel López Obrador habla de que le quedan menos de dos años de gobierno y otra en la que resalta la reelección presidencial. Estas dos concepciones tienen una profunda motivación interior en los sentimientos del Presidente. Él está acostumbrado a mandar sea como Jefe de Gobierno de la CdMx, como líder de Morena o como Presidente de México. Los priístas concebían al poder de quién lo poseía como Presidente de México, en el sentido de que “el que manda, manda y aunque se equivoque, vuelve a mandar”. No olvidemos que el gen político del Presidente, también, es su militancia en el PRI. Esa máxima pervive en el alma del Presidente.

Los lideres políticos en cualquier gobierno del mundo, muy excepcionalmente reconocen que se equivocan. Pierden credibilidad si a confesión de parte, se culpan por sus dichos o sus actos. Conforme transcurran los meses, esas expresiones se volverán más recurrentes, de menos de dos años y de la reelección, con un dejo de tristeza. Puede decirse de muchas maneras, que el Presidente no tiene apegos al poder político, de ahí sus expresiones de no estar de acuerdo con la reelección presidencial. Lo cierto es que, asirse al mismo, ha sido la lucha de su vida. No como una condición sine qua non de poder, no, sino que, interpretando al Presidente, sus ideales solo serían posibles desde el poder máximo desde la presidencia de la República. Se confirma esto con sus recurrentes expresiones de Cuarta Transformación y de las conciencias. Si bien en la división de poderes constitucionales se busca el equilibrio político y de poder, el Presidente de la República, representante del Poder Ejecutivo es por mucho el representante del poder superior, máximo, político y económico en la gobernanza de los mexicanos. Por supuesto que tiene sus limites y reglas, pero esa condición de superioridad y mandamás es consustancial en el mandato presidencial. Igual sucede en todos los gobiernos del mundo.

 

 

Nadie puede afirmar que el Presidente AMLO tiene apegos al dinero; nadie puede afirmar que es rico, adinerado, millonario; ese no es su apego, es el poder político. Tiene apegos subjetivos muy acendrados: la lealtad y la amistad. Quiere, respeta, promueve y protege a sus leales y con mucha más certidumbre, a sus leales amigos; sin embargo, los amigos, amigos del Presidente, se cuentan con los dedos de una mano.

El Presidente está consiente, lo tiene preciso en su mente, que no puede olvidar lo que le ha acontecido a los expresidentes de México, que al igual que él protegieron y promovieron a sus leales amigos políticos, entre quienes se cuentan gobernadores, senadores, diputados federales, integrantes del gabinete presidencial y el Presidente de la República al que promovieron y encumbraron. Que puede decirse de los expresidentes Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto de cuantos de esos amigos a los que a la sombra de ellos lograron poder y dinero, con cuantos de esos se reúnen, los frecuentan, están al tanto de sus aconteceres; se cuentan con los dedos de una mano. Históricamente ha sucedido que el Presidente entrante, más temprano que tarde, se sacude, se quita el manto protector de quien lo promovió e hizo todo a su alcance para empoderarlo como Presidente de la República. “Era su gran amigo”; era, lo afirmo.

No se equivoca el Presidente al decir que su ciclo se cierra el día que entregue la banda presidencial, a su sucesor e irse a la “chingada” a escribir el libro de las traiciones de los conservadores, de la derecha política, en la historia de México, que tanto daño territorial, social y económico le han causado a la nación. Inédito documento de obligada lectura y meditación consecuente. Y no se equivoca, porque en el fondo de sus sentimientos, sabe lo que le ha sucedido a los expresidentes: la indiferencia y el enfriamiento de la relación sentimental, puede, con más certidumbre que error, sucederle a él. Es como una maldición inconcebible. Bueno, si revisamos las anécdotas históricas, la cercanísima relación de los expresidentes y los presidentes en turno, terminaron solo para la anécdota. De los exgobernadores, que son muchos en vida, lo que les ha pasado, es similar, la ingratitud es signo de la indiferencia y del distanciamiento de quienes fueron sus más cercanos colaboradores. Roberto Madrazo Pintado que fue Gobernador de Tabasco y presidente del CEN del PRI, quien, desde esas dos representaciones políticas, promovió y elevó al poder político a sus amigos, recientemente ha dicho “que quienes hemos vivido la traición dentro del Partido, comprendemos la situación. Algunos traicionan sus principios a cambio de poder”. Si esto se escala, como se ha anotado, a nivel presidencial, es tremebundo.

 

LA AMISTAD

La amistad es una relación entre dos o más individuos que se sustenta en valores fundamentales como el amor, la lealtad, la solidaridad, la incondicionalidad, la sinceridad y el compromiso. Es un tipo de vínculo que se cultiva con el trato asiduo y el interés recíproco a lo largo del tiempo. Es una relación afectiva que tenemos las personas en la vida. Se basa en una verdadera empatía, principalmente en el respeto mutuo que permite la confianza necesaria. Sin embargo, muchas veces se dan falsas amistades cuya relación está basada en hipocresía o intereses materialistas y malsanos. La amistad en política se sustenta por los mutuos ideales.

A menos de dos años de entregar la estafeta presidencial, como ha acontecido en la mayoría de los casos, en la sucesión presidencial, la amistad juega un papel fundamental en preferencias sucesorias y por supuesto los lazos consanguíneos. Las vinculaciones familiares son parte importante en regímenes políticos de monarquía, en los cuales el poder gobernante se hereda por derecho de sangre. En esos gobiernos, la prelación de derecho de sangre determina al heredero. En nuestro país la amistad sustituye ese derecho, que se confirma mediante por un proceso democrático. Al impulsar la candidatura presidencial desde el gobierno el Presidente de la República, valora circunstancias inseparables que distingan a su promovido: la amistad, la capacidad, experiencia política y de gobierno cultivadas a lo largo de su historia por muchos años. Pueden estar en esas circunstancias 3, 5 ó 6; todos en grados de menor a mayor en la concepción subjetiva del Presidente.

En su tiempo los presidentes de la República priístas, al inducir la decisión preferencial, tomaron una decisión patriótica de gran transcendencia para la República. Sin duda sucederá lo mismo con Presidente López Obrador que al inducir la candidatura presidencial, tiende a sostener la unidad nacional que gobierne con la mayor aceptación posible de la ciudadanía y de su entorno político con el liderazgo de máxima legitimidad posible. En los platillos de la balanza de amistad y capacidad, está la grandeza del Presidente saliente. En los regímenes presidenciales priístas y ahora en el Presidente AMLO, sin ese razonamiento de inducción política de imagen del precandidato/a, no serían primeros mandatarios. El liderazgo perse excepcionalmente ha llevado a la presidencia de la República. Este caso es el del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

 

 

El Presidente de la República indujo tres precandidatos: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López dejó fuera de esas posibilidades al Senador Ricardo Monreal; la fuerza de las emociones y reconocimientos por parte del Presidente, para estos tres, no empata con relación al Senador Ricardo Monreal, quien en la guerra que está metido para ser candidato presidencial, lo ha llevado a expresiones que sin mencionar al Presidente, lo deja entrever de que es él Presidente, quien lo descalifica. El Senador, no quiere convencerse de que no está en el alma del Presidente, no en sus sentimientos heredarle el poder a Monreal. Para el Presidente no es su cuarta opción en su Cuarta Transformación. El Senador Monreal advirtió en rueda de prensa, que derrotará a Sheinbaum, como a los preferidos del poder. Se autocalifica de ser honesto que tiene capacidad de dirigir este país hacia una etapa de reconciliación, de menos rencor, de menos odio, de menos confrontación. El Senador, por sentido común ha de comprender que no cabe mas en Morena y más ahora con esos señalamientos encubiertos hacia el Presidente determinantes para tomar distancia y caminar hacia otros rumbos. Hay un refrán categórico que dice: Saben que lo hizo Dios al diablo cuando este se quiso parecerse a él, lo mandó al infierno.

 

LA REELECCIÓN

El Presidente dice no estar de acuerdo con la reelección, pues afirma que es contra sus principios maderistas, juaristas. Lo cierto es que existe limitación constitucional. No se permite. La subjetividad del Presidente son sus emociones y sentimientos que expresan argumentos y experiencias, sin embargo, van a contrasentido de millones de mexicanos que consideran importante su reelección. Por eso lo dice una y otra vez, requiere que la gente que lo sigue se concientice que no está de acuerdo con la reelección. No destaca en sus expresiones, que la Constitución se lo prohíbe porque entonces “echaría al pueblo andar”, toda vez que, modificar la Constitución, requeriría de mayoría parlamentaria calificada. Morena no la tiene en el Congreso, necesita alianzas, esencialmente del PRI. Hoy por hoy, la ciudadania que votará por Morena en el 2024, sea quien sea el candidato presidencial, todo indica que ganará la elección presidencial. Entonces el Presidente está muy cierto que si él apareciese en las boletas electorales, volvería a ganar, con mucho más, que el candidato/a que él mismo hubiese impulsado. Pero, la ley es la ley.

No estar de acuerdo con la reelección presidencial debiera ser una decisión del pueblo, no del Congreso. No en primera instancia. Los senadores de la República los diputados federales, los diputados locales, los presidentes municipales todos ellos sí pueden ser reelectos; en México sí hay reelección y son los congresistas federales los beneficiarios más cómodos de esa permisibilidad constitucional. Y se dicen maderistas. Es un tema que volveremos a documentar para su análisis circunspecto.

 

 

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