Guacamaya vs Chachalaca
Por Luis Ramírez Baqueiro
“Se puede engañar a todo el mundo, ¡pero no a la verdad!”
– Gorski M. –
¡Cállate, chachalaca!, aquella expresión de Andrés Manuel López Obrador dirigida en marzo de 2006 al entonces presidente Vicente Fox, resulta familiar en estos tiempos que un grupo desconocido denominado Guacamaya Hacks en twitter se ha supuestamente encargado de divulgar 6 TB de información robada a la Secretaría de la Defensa Nacional.
Un mundo de información, un océano de datos precisos y específicos que al momento, no ha revelado más de lo ya conocido hasta ahora, que si la salud del presidente Andrés Manuel López Obrador es buena, mala o regular; que si grupos del narcotráfico han recibido la anuencia de determinados gobiernos locales para operar a sus anchas, que si el ejército realizó tal o cual acción.
Temas que en lo general ya se han difundido y divulgado.
Lo cierto es que detrás de la magistral jugada hay todo un entramado aparentemente construido desde las mismas oficinas de Palacio Nacional, al menos, es la percepción del politólogo Jorge Miguel Ramírez Pérez, quien con más de 40 años de experiencia en los temas de la vida pública desmenuza la realidad del caso.
El parecido mismo entre Guacamaya y Chachalaca, es el primer elemento de la ecuación, la proclividad de Andrés Manuel por apodar operaciones como darle sobrenombres a los personajes, es típico de los humores sureños.
Misma propensión tenía el ex gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán a apodar a cuanto funcionario colaboró con él, y sino pregúntenle a “Cabeza de Lata”, al “Chupón”, y pléyade de apodos con los que catalogaba a sus subalternos.
El otro elemento de la ecuación dice Ramírez Pérez es el de intentar lavar la imagen del Ejército en todas estas cuestiones, excusándose de toda acción o responsabilidad ante su creciente participación en temas de la vida pública nacional.
Pero el verdadero trasfondo político está en un par de encrucijadas.
La primera, conseguir el respaldo total del PRI a toda acción o aprobación presidencial, para después venir a vender que dicho instituto político –otrora todopoderoso- se ha dado cuenta de la necesidad y viabilidad de las iniciativas Morenistas, razón por la que se apretó con todo al mismo Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas.
La segunda, emplear la fragilidad física del presidente para enmarañar en el mar del caos de su administración, excusarse y solicitar su separación del cargo –renuncia- para desde fuera operar políticamente a sus anchas.
Con su salida, el titular de Gobernación, Adán Augusto López Hernández sería presidente de México, y el gran tlatoani se convertiría en el principal promotor de la campaña presidencial de Claudia Sheibaum Pardo, la que parece que ni con cohetones de feria levanta entre las preferencias electorales de la población.
Como sea, la pregunta de que en México se le dé tanto apapacho a un personaje como Julián Assange resulta sumamente relevante, cuando vemos que el hackeo de dependencias federales es ahora el talón de Aquiles de todo este Caballo de Troya.
Por cierto, lo señalado en contra del gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez resulta irrisorio, cuando verdaderamente debieran estar investigando a su secretario de Gobierno, E. Patrocinio Cisneros Burgos, el gerente encargado de atender esos asuntos.
El Ejecutivo Estatal es inmune a esos venenos porque simplemente no tiene, ni es la persona con el carácter para inmiscuirse en asuntos de tal trascendencia, lo señalado en su contra, resulta irrisorio, y si muy especulativo, pues como aquí se ha señalado, los señalados de esos menesteres despachan en la Secretaría de Gobierno y en la Fiscalía General del Estado (FGE).
Y si no lo creen, que respondan ¿quiénes son los parientes incómodos de ambos personajes?
Al tiempo.
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