COLUMNISTAS

Calderón sabía y mucho

 

Por José García Sánchez

Al emperador japonés Hirohito la historia le adjudicó la crueldad de los crímenes de guerra contra China, aunque él no los hubiera ordenado sino sus generales. Sabía lo que ocurría y eso fue suficiente para culparlo porque pudo evitarlo.

Felipe Calderón conocía las tareas de Genaro García Luna, y si no era cómplice, pudo detener las acciones delictivas de su policía, pero no lo hizo. Calderón, ex líder nacional del PAN y compitió por ese partido por la Presidencia de la República, y ganó fraudulentamente con una campaña donde prometía ser el presidente del empleo y al llegar al poder, se convirtió en el comandante que declaraba la guerra al narco, al cual nunca combatió sino que impulsó, con la ayuda de Genaro García Luna de cuyas actividades le informaron varias personas entre quienes puede contarse al general Tomás Ángeles Dauahare, el ex líder nacional de su partido Manuel Espino, el entonces diputado Gerardo Fernández Noroña, la lógica y una serie interminable de notas periodísticas.

Genaro García Luna llega a la administración pública en el sexenio de Fox, se lo presenta al presidente marihuano María Elena Morera, ahora límpida presidenta de la Asociación Causa Común, que dice luchar por las víctimas de la violencia, cuando tuvo un hijo trabajando con García Luna.

Genaro García Luna fue declarado culpable de los cinco cargos que se le imputan, por unanimidad del jurado, aunque ese juicio queda debiendo mucho de lo que en la víspera se anunciaba , creado a su alrededor expectativas que muchos esperábamos, como es el caso de la lista de medios y periodistas que recibieron directamente dinero a cambio de los policía y callar lo que no le convenía a su imagen.

 

 

Es de pena ajena, por decir lo menos, cómo personajes que deberían estar no sólo callados sino escondidos, defienden todavía a García Luna, Carlos Marín, Ciro Gómez Leyva, Leo Zuckerman, intentando descalificar el fallo de la Corte Este de Brooklyn, como si esa instancia fuera la única que hubiera señalado a García Luna de narcotraficante y a Calderón, como un verdadero criminal de guerra, porque si declaró al guerra, se vistió de militar y se asesinó mucha gente inocente bajo su estrategia, es un criminal de guerra.

El líder nacional el PAN, Marko Cortés, argumenta que García Luna no era militante del PAN, pero eso es lo de menos a la hora de determinar a sus cómplices. El inculpado era secretario no ministro; es decir, dependía de la aprobación de sus acciones del jefe inmediato, en este caso Calderón. Éste, como todo jefe, debe ver que sus órdenes se cumplan y las aprobaciones de los ideas de sus subordinados cumplan con precisión con los límites de la legalidad y la lógica.

A pesar de la censura que impuso Calderón a los medios y de la compra de espacios de su gobierno a los medios, principalmente al radio y la televisión, en ellos hubo muchas denuncias sobre la participación de García Luna en el narcotráfico, y era tan evidente que hasta los medios de ese tiempo, lo denunciaban. No es lógico que Calderón, Zavala, Mariana, y toda la familia no estuvieran enterados de las relaciones entre Calderón y García Luna y el gobierno y el narcotráfico.

Las acciones de García Luna se desarrollaban en una administración pública no en una empresa ni en un equipo de futbol, donde pueden esconderse trámites, decisiones, o violentar atribuciones. Es un trabajo político, que debió tener estrecha cercanía con muchas personas para realizar los ilícitos.

Calderón tuvo cinco secretarios de Gobernación, más de uno debió conocer las actividades semisecretas de García Luna, más aún, tratándose de tres abogados, un economista y un politólogo, con un aparato de espionaje digno de luchas titánicas y con la libertad de tomar todo el dinero que quisieran del erario público sin darle explicación a nadie.

Es decir, hay muchos cómplices libres, el resto de la banda pudo continuar las labores ilícitas y mantener todavía la estructura ideada por Calderón y García Luna, en ese orden. Pensarlo de otra manera sería una gran ingenuidad.

 


 

Twitter: @Josangasa3