Apuestan al fracaso electoral los enemigos de la democracia
El primer domingo de junio se renovará a una parte del poder judicial, pero el éxito radica en que los quince ministros de la suprema Corte de Justicia dejarán de atracar más al erario público- disponer de los dineros de la nación – y se verán sepultados los privilegios de una camarilla de auténticos bandidos que, con toga y birrete ,que pese a sus agandalles, no pierden su respetabilidad, pues renunciaron a participar en la elección para no perder los beneficios que recibían, que rayan en la criminalidad en contra la mayoría de los mexicanos.
Desde hace quince años aproximadamente -2009- se reforma la constitución general de la república, en su artículo 127, para nadie perciba más emolumentos o beneficios que el presidente de la Nación que legítimamente representa al Estado mexicano, en su conjunto, sin embargo, ajenos a respetar esa disposición constitucional, los ministros , asumieron un actitud de agresividad contra el país, para ponerse al servicio de un oligarquía rapaz que, se ha visto, defendieron a polvo y lodo la supuesta independencia y autonomía que el dedo flamígero del presidente de la república en turno les dio la encomienda de ejercer sus funciones con absoluto respeto a sus decesiones jurisdiccionales, de autonomía e independencia , hasta que , por fin, se tomó la decisión de que el pueblo los elija.
Es y era cómodo la llegada a ese cargo en contubernio con los intereses ajenos a México y, el caso más elocuente, que se expone de manera enunciativa, es el de Medina Mora que Zedillo lo eleva a esa posición violando el artículo 94 constitucional que nadie reclamo su origen, pero que a la postre, ya siendo presidente López Obrador renunció al cargo, cuando se descubrió que existían movimientos bancarios sospechosos por ciento de millones de pesos ,y para no alebrestar a los alacranes del sistema político, en lugar iniciarle juicio procedencia y procesarlo, y sin con el silencio cómplice del poder ejecutivo, le tienden un puente de plata, para imponerse en su lugar a Jasmín Esquivel, en una clara influencia de un amigo presidencial, por cierto un contratista que hizo los puentes elevados en la ciudad de México.
Esta historia reciente, lleva a que el presidente López Obrador, imponga a los ministros Loreta Ortiz, Rios Farjajt, González Carranca y Lenia Batres , pero la traición de Rios y Gonzalez Carranca, al votar en contra de la ley de energía a favor del pueblo de México, lo orilla a promover la reforma constitucional, para cortar el dedo del presidente de la república, dando margen a que se cuestione ese procedimiento de fondo que, a la larga y a la corta darán mejores y positivos resultados, porque si se revisa la trayectoria de los 64 candidatos a ministros y ministros de los cuales solo se elegirán a nueve – cuatro mujeres y cinco hombres- es una muestra clara que si se diera el caso que solo cien personas votaran, dará más calidad moral, jurídica y política que un solo hombre los imponga, a los ministros de la corte y que se den esos privilegios criminales que disfrutan.
Esta reforma profunda al poder judicial, le quita a la presidenta de la Corte, el control del consejo de la judicatura federal, donde las funciones pasan al consejo de la judicatura federal y así, los trastupijes de antaño quedan sepultados ,abriendo el camino a la honestidad que sería el comienzo para una vida judicial distinta, de ahí la resistencia al cambio y a apuesta , mediante los muchos que manejó ese poder han sido reintegrados al pueblo.
Esta reforma constitucional viene a terminar con la voracidad , de suyo elocuente , de los ministros actuales Piña, Perez Dayán, Pardo Rebolledo,Ortiz, Rios y González Carranca que renunciaron anticipadamente para no ir a la elección de esos cargos, ante el temor de hacer el ridículo ante el cumulo de participantes que quieren servir al país, es decir, estos anacrónicos ministros, acostumbrados a vivir con los privilegios de los que sirvieron durante quince años, de ninguna manera quieren que los jóvenes – hombres y mujeres- lleguen a esos cargos y tengo la certeza que , quienes se van, no sacan a un preso de la prisión ni con la multa pagada, es decir, nada de dignidad profesional o jurídica, si no vivir de la placenta gubernamental, y muy cómodo recibir el cheque que les deposita el gobierno, que es el esfuerzo del pueblo.
Los ministros que ahuecan el ala, no se van con las manos vacías al dejar, la toga y el birrete , sino con la alforja surtida hasta su muerte y evidentemente no tienen capacidad para continuar en el cargo, porque los nuevos ministros y magistrados o jueces, no serán producto de la componenda o el influyentísimo que prevalecía , si no por la voluntad popular.
Se cuestiona que la inversión electoral en la transformación del poder judicial es mucho el costo, pero lo sería mayor, si continúa la misma situación que imperaba donde el saqueo era infame y lo seguiría siendo, si no se les exhibe tal como son y lo han demostrado, porque de inicio deberían de haber tirado la toalla a tiempo y con dignidad, y no invertir recursos del Estado para desprestigiar la elección , pues apostar al fracaso evidencia que están en contra de todo avance democrático, al ser ellos, producto de la corrupción .
Es un a exigencia social , moral y política, -para que se exhiban a todos esos magistrados, ministros y jueces y no la repetición, que por lo general alimenta la impunidad, ello para ver el nivel de corrupción que imperó , en el tiempo del reinado o de su permanencia en esos cargos y así , taparles la boca y que se abra la oportunidad de fincarles responsabilidades por las violaciones a los derechos humanos y la constitución política del país, pues si se permite que el Estado acepta que se lleven a sus casas los privilegios , por lo menos que se difunda lo que ya se sabía, pero ahora con mayores elementos.
Se quería que no se difundiera la elección , lo que está demostrado y se ha querido ridiculizar a quienes participan estigmatizándolos , sin embargo, sin embargo se olvidan que si votan diez millones de pesos, es más que suficiente para demostrar que es preferible que diez millones se equivoquen, a un solo hombre, como es el presidente de la república los imponga.