Defendiendo al verdugo
Por Laura Cevallos
No puede ser la vileza, lo que marque el ritmo de comportamiento y tendencia de las noticias, pero sobre todo, no puede marcar la línea de pensamiento y comunicación de las personas que sabemos que la dignidad y la decencia son el ingrediente principal en todas las relaciones humanas y políticas.
Nos hemos soplado varios audios en los que el presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno, no solo hace un despliegue del arsenal de vulgaridades con que habitualmente habla. Sabemos que la gente de la costa es malcriadona, pero de ahí a la coprolalia que lo caracteriza, hay un universo de diferencia. Y siendo adultos, digamos que no nos espanta -aunque nos asquea- la voz y las palabrotas de Moreno, aunque lo que en realidad es repugnante, es la forma en que se refiere de otras personas de su círculo cercano: de empresarios con los que hacía negocio y de los que se ha hecho bastante millonario; de los políticos con quienes ha tejido redes de alta corrupción que podrían casi considerarse de nepotismo; de personas incómodas a las que, si lo decide, les destruye la reputación con una publicación en periódico local (o a la mamá, si es que la resistencia es más grave).
Sobre los periodistas, a quienes asegura que para mantenerlos a raya hay que matarlos de hambre, nos hace entender que tiene a sus consentidos a quienes hace felices con su “amistad” profunda, tanto, que hasta los tiene de sus brothers; y a los de alta alcurnia los tiene bajo la ley de los billetes o los ataques salvajes.
En el último audio, pasó a traer a las vacas sagradas del periodismo en México, poniendo a López Dóriga como un pelele manipulable y a Ciro Gómez Leyva y Carlos Marin, en plan súper amigos a sus órdenes y a los medios como Proceso y Milenio, como agencias dispuestas a publicar a favor de Alito o en contra de sus enemigos, según requiriera. Pero, más allá de lo que se oyó el martes, desde hace algunas publicaciones hemos atestiguado que otros comunicadores han hecho lo posible por apaciguar las aguas alrededor de su amigo, ayudando a difundir el bulo de que el gobierno de López Obrador es persecutor y ha generado la polarización con el gremio, ya que es él, quien a diario ataca a los periodistas.
También escuchamos a una Adela Micha que embistió contra Layda diciendo que cómo era posible que una mujer se atreviera a atacar a otras mujeres (en referencia a las diputadas de las fotografías impúdicas, del PRI), y que recordara que ella misma tenía hijas que podían sufrir ataques similares. A Ciro Gómez, lo oímos deslindarse de esta supuesta amistad, alegando que solamente lo ha visto una vez y acaso le habrá contestado algún mensaje pero nunca una amistad como la que Alito presume. López Dóriga acabó diciendo que es un miserable y que por supuesto rechazaba cualquier tipo de relación que traspasara de lo estrictamente profesional )hasta mostró pantallazos de su-no-relación, y Carlos Marín volteó cualquier tipo de acusación en contra de Layda burlándose del color de su cabello diciendo que el vestido que utilizó para conmemorar a los 43 de Ayotzinapa había sido comprado con cargo al erario y señalando que además, era un vestido de pésimo gusto, haciendo gala de total misoginia con palabras burdas, como él es.
En resumen, todos se defendieron o atacaron al Layda, pero nadie ha tenido el valor civil de reconocer que los audios no son un ataque en sí mismos, sino la exhibición de la podredumbre de Alejandro Moreno; y lejos de ejercer su labor periodística para indagar los lazos de corrupción que se han presentado en dichos audios, se han convertido en los defensistas principales de su propio verdugo. Curiosa cosa que no se atrevan a tocar al autor de estas conversaciones y los supuestos delitos en los que pueda haber incurrido y, en cambio, les parezca de lo más indigno la reproducción de conversaciones que todos sabemos que pueden ser ciertas, y se pueden comprobar con las posesiones que ostenta y que no coinciden con los sueldos y salarios que ha ganado en toda su vida laboral.
Lo que es inaudito y estaremos pendientes para ver qué sucede, es esa protección que unos le prodigan y que lo hacen parecer inmune a una realidad que a cualquier otra persona le habría costado, de menos, perder el puesto de presidente de un partido político. ¿Qué le deben a Alito? ¿Con qué los tiene tan sumisos e inermes dentro de su partido? La acción de la justicia promovida por Layda Sansores en su calidad de gobernadora del estado de Campeche, siguiendo correctamente el rumbo que marcan las leyes, está apenas iniciando y con las muchas horas de audios y los cientos de capturas de pantalla de WhatsApp los peritos tendrán que determinar de cuántos delitos es responsable, así como el grado de participación en los mismos, junto con las personas de su confianza, que van desde su mamá, su esposa y su arquitecto consentido, hasta algunos servidores públicos que fungieron como su prestanombres o ejecutores de conductas que les quedaban cómodas dados los puestos de servidores que ocupaban en ese entonces.
Probablemente no escucharemos más audios en algunas semanas, pero eso no significa que no estaremos en apoyo a la exigencia de justicia del pueblo de Campeche a través de su gobernador. La justicia llegará.
Twitter: @cevalloslaura
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