COLUMNISTAS

Trump abre trincheras

El nuevo presidente de Estados Unidos pareciera echarse al mundo encima como si fuera un emperador

Por Ángel Álvaro Peña

Imaginemos que ya no llegan las drogas a Estados Unidos, casi 50 millones de adictos marcharían por las calles de la Unión Americana como zombis pidiendo la cabeza de su presidente, porque en la desesperación no pedirían diálogo sino acciones concretas que reestablezcan el desorden que actualmente impera.

La batalla del fentanilo es sólo el pretexto para convertirse en el bueno de la película, pero sabe que en los cuatro años que le quedan al frente del gobierno no podría rehabilitar a un solo adicto, al contrario, aumentarán, mientras haya guerras que patrocinen en el extranjero.

Pero esas batallas son parte de la apertura de muchos frentes de guerra, y los que eran sus amigos ahora son sus enemigos, sus acreedores son sus objetivos y además quiere hacer del petróleo el energético de su mandato, cuando sus reservas están a punto de terminarse y Venezuela ha dejado de venderle crudo.

Por si esto fuera poco, Trump, anunció aranceles de 25 por ciento a todas las importaciones de acero y aluminio a Estados Unidos, que entrarán en vigor casi de inmediato.

Estados Unidos importó de México 3.8 millones de toneladas de acero durante el año 2023, de acuerdo con cifras de la Concanaco, de tal suerte que el vecino del norte no esconde su desesperación porque sabe que su economía está muy cerca de la quiebra y debe realizar este tipo de imposiciones, de otra manera el imperio se le va a desmoronar en las manos.

Nunca en la historia de la humanidad un presidente imponía aranceles con un pretexto que no fuera netamente comercial, pero como se trata de una emergencia financiera, Trump da como pretexto la permisibilidad al narcotráfico, basándose en la experiencia de que el gobierno mexicano de 2006 a 2012, tuvo un secretario de Seguridad que ahora está en prisión en su país. Considera, según sus fantasías, que todo sigue igual y que no ha habido cambios. Ese régimen fue panista, luego vino el de Peña Nieto que era del PRI, y desde 2018, la estrategia cambió y se intensificó. Ahora, con la Presidenta Sheinbaum, hay una estrategia con mayor número de elementos contra el narcotráfico con resultados como estos:

Del 5 de febrero al 8, de 2025 se han asegurado al menos 546 kilogramos de metanfetamina y fentanilo como parte de los resultados de la “Operación Frontera Norte”. Además, se ha realizado la detención de 139 personas y el aseguramiento de 82 armas de fuego, 28 provenientes de Estados Unidos. Se incautaron 12,515 cartuchos de diversos calibres, 437 cargadores, 26.2256 Kg de mariguana, 440.0281 kg de cocaína, 538.4106 kg de metanfetamina, 0.0125 Kg de heroína, 8.5618 Kg de fentanilo, 90,775 pesos mexicanos, 109 vehículos y dieciséis inmuebles.

Son resultados de tres días, con lo que Trump deberá estar conforme; sin embargo, él quiere más, seguramente quiere algún detenido que pueda debilitar al actual régimen. Porque su problema es con los gobiernos progresistas y desea un pez gordo para desactivar la imposición de sus aranceles, aunque sabe perfectamente que la complicidad entre gobierno y narcotráfico tuvo su auge en el sexenio de Calderón.

Trump ve como enemigo al gobierno de la Presidenta Sheinbaum, tanto es el encono que al ver la fortaleza que mostró en la Marcha de la Lealtad, de inmediato creó su propia efemérides y declaró el 9 de febrero día del Golfo de América, tratando de buscar alguna respuesta inmediata de México.

Por si esto fuera poco, el diario Wall Street Journal señalo que la CIA podría utilizar el espionaje para darle a Trump una mayor influencia en sus negociaciones comerciales. Así, la estrategia incluiría espiar al gobierno de México.

Al nombrar Trump a los narcotraficantes terroristas les otorga la categoría generalizada de grupos armados y se convierte en enemigo de todos ellos. Los obliga a tener a Estados Unidos como enemigo común, más allá de la disputa por las rutas y los puentes y puede llegar a unirlos.

Trump quiere jugar a la guerra, pero no escoge sus batallas ni conoce el poderío de sus enemigos. Todo aquel que considera susceptible de enfrentar lo agrede con aranceles altos como si su palabra fuera una ley planetaria, cuando en realidad la parte más vulnerable está en su territorio.

El campo estadunidense carece de personas que cosechen, las reservas de comida no existen sólo en las bodegas de las cadenas de supermercados que, en estas condiciones, pueden hacer de los precios lo que les venga en gana. La docena de huevo llega a 50 dólares en el vecino país, y los anaqueles de los supermercados están vacíos por las compras de pánico, los encargados de atender a los clientes en dichas tiendas no asisten por temor a ser deportados y la construcción está paralizada, la limpieza de las calles no existe y, para colmo, los adictos exigen sus dosis, a las que dicen tener derecho para obtenerlas, incluso gratis, por ser veteranos de guerra, que son mayoría entre los que consumen todo tipo de estupefacientes.

Trump entra a un juego que no sabe jugar, en cualquier momento un juez puede echar abajo sus disposiciones comerciales, su palabra no es absoluta. Dice vivir en un régimen republicano, de hecho, así se llama su partido, el poder absoluto no lo tiene el Presidente. Hay un Congreso que, incluso puede iniciarle un juicio político y, por si fuera poco, misiles de largo alcance que apuntan hacia sus ciudades más pobladas desde hace varios años.

En materia militar Estados Unidos está atrasado con relación a China y Rusia 30 años, Trump cree que puede detener misiles con un aparatito llamado Cúpula de Hierro que sólo detiene misiles lanzados desde corta distancia, pero no sirve para blindar su territorio de misiles de larga distancia, la muestra está en Israel que trató de defenderse con este escudo y no fue lo suficientemente efectivo, porque los ataques llegaron a su territorio e hicieron mucho daño.

Un guerrero y un peleador callejero escogen el poderío de sus enemigos, Trump se cree invencible e inmortal. Así le sucedió a Hitler.