COLUMNISTAS

Treinta años

Por Norma Meraz

Con la inocencia de los 8 años de edad, un niño pregunta a su mamá : “¿quién podría prestarnos 10 mil pesos? a lo que la madre repone : ¿y para que quieres 10 mil pesos? , el niño contesta; para dárselos a Aburto y nos diga quién lo mandó a matar a mi papá”.

Treinta años después, ese niño, Luis Donaldo Colosio Riojas, contesta a la prensa, a la pregunta de qué piensa de la posible salida en libertad de Mario Aburto, el asesino confeso de su padre, él responde: “pues ojalá el Presidente López Obrador lo indulte”.

Luis Donaldo Colosio Riojas

Esta declaración de Colosio Riojas tuvo de inmediato la reacción del Presidente; “yo no intervendré, porque ese asunto lo lleva la Fiscalía General de la República”.

Luis Donaldo, le había “matado el gallo” al Presidente.

¿Porque digo esto?, pues porque días antes de esta respuesta, del hijo del candidato asesinado a la prensa, “casualmente había surgido la versión del segundo tirador en el caso del asesinato en Lomas Taurinas”.

López Obrador quería traer el asunto a la palestra informativa  para seguir atizando la versión de que un agente del entonces CISEN, Jorge Antonio “S” que le rendía cuentas a Genaro García Luna, hoy en día, en Estados Unidos, sujeto a juicio y que estaba involucrado en el asesinato que nos ocupa .

Andrés Manuel López Obrador

Sin embargo, Luis Donaldo Colosio Riojas, se le adelantó y López Obrador, acallando su posible estrategia para continuar con esa idea necia.

Vale la pena recordar que en 1994, México atravesaba por una especie de degradación del sistema político, debido a los acontecimientos como: el asesinato del Cardenal Posadas Ocampo, en Guadalajara en mayo de 1993; en enero de 1994 el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas y el protagonismo ambicioso de Manuel Camacho Solís -priista- por llegar a la Presidencia de la República.

Luis Donaldo Colosio Murrieta y Carlos Salinas de Gortari

Todo esto, plagó la candidatura de Luis Donaldo Colosio Murrieta y por ende el mandato de Carlos Salinas de Gortari, convirtiendo la escena política en un circo de tres pistas .

El 23 de marzo de 1994, el candidato del PRI, Luis Donaldo Colosio, es asesinado durante un mitin en Lomas Taurinas, Tijuana, BC.

Mario Aburto fue el personaje que se encontraba próximo al candidato portando una pistola. De pronto, entre la multitud, y enmedio de una música estridente, se escuchan dos disparos de arma de fuego. Los miembros del Estado Mayor y la policía judicial federal -no había policía estatal ni municipal- rapidamente, apergollaron a Mario Aburto, quien al ser inmovilizado, fue golpeado en la cabeza de la que rápidamente brotó la sangre, como hemos visto en las imágenes transmitidas por la televisión.

Mario Aburto

¿Qué pasó con Aburto a partir de ese momento?

Baja California estaba gobernado por el panista Ernesto Ruffo Apell.

La Procuraduría de Ruffo, no metió las manos en la detención de Aburto , aun cuando correspondía a su gobierno atender el crimen… Fue la policía Federal la que tomó las riendas del supuesto asesino y se lo llevo por un buen rato y nadie supo a dónde.

El detenido fue sometido a un interrogatorio ante un Comandante de la Policia Federal.

Según Aburto, “fue drogado, estaba perturbado y confundido por la golpiza brutal que se le propinó”.

El Comandante de la Procuraduría  General de la República, Raúl Luna Parra, lo empezó a torturar diciendo que ya tenían detenidas a su mamá y a su hermanita de 8 años, las habían desvestido, les habían tomado fotos, -mismas que le enseñaron- y amenazaron con violarlas y matarlas… (estas son declaraciones de las dos mujeres).

Mi pregunta es: ¿porque, si se le aprendió al “homicida”, en probada flagrancia, se le torturó, al extremo de no hacer creíbles las versiones oficiales que lo inculparon como solitario?.

Aburto, de acuerdo a mi investigación o búsqueda de datos, hizo su primera declaración sin un abogado defensor; si lo torturaron, lo presentaron rápido a la prensa como el asesino del candidato, los peritajes criminológicos no los realizó personal calificado pues estos nunca presentaron su cédula que los acreditara.

El simple hecho de no contar con abogado defensor y no haber hablado antes con él, tiene un vicio de origen, y se aplica el “efecto corruptor del proceso, con el cual se anula dicho proceso”.

El 25 de  octubre de 1994, se le dicta a Aburto, sentencia de primera instancia y se le declara culpable del delito de homicidio calificado con premeditación y alevosía, con pena de 42 años de prisión.

En diciembre del mismo año, se le dicta sentencia definitiva y una pena de 45 años de prisión.

Mario Aburto fue internado primero en la cárcel de Almoloya, en el Edomex, luego fue trasladado a Puente Grande, Jalisco, después a Tabasco y finalmente a Guanajuato donde se encuentra ahora.

Estos cambios de prisión, según las autoridades, son por tratarse de un reo de alta peligrosidad, sin embargo, estos cambios, contravienen la Ley de ejecución de Sentencia, aquella obliga a dejar al reo en la prisión que esté más próxima a su domicilio familiar por lo que le correspondería, Tijuana pues su familia radica en Los Ángeles, California , E.U., y con tanto cambio, el expediente también va causando “bajas”.

Hasta aquí, la línea de la justicia no es recta… No soy defensora de Aburto, no soy abogada, soy periodista, pero, queda a ojos vista, los vicios en la administración de la justicia.

Como nota aparte, a la fecha, 15 testigos protagonistas del magnicidio, han sido asesinados.

El 6 de marzo del año 2023, el juez segundo de distrito en materia penal, Antonio González García, otorgó un amparo a favor de Mario Aburto quien acusó a la Fiscalía General de la República de omisión por no haber investigado la supuesta tortura de la que había sido víctima, durante su detención en 1994, tras el asesinato.

Durante 30 años no se ha investigado este delito, que no prescribe y que está protegido por el Protocolo de Estambul (un documento no vinculante pero que sin embargo el Derecho Internacional obliga a los estados firmantes, a que investiguen y documenten actos de tortura y se castigue a los responsables de ejercerla).

¡Injusticia entonces e injusticia ahora!

La prisa se prestó al engaño y nunca se metieron a ver que la investigación estaba amañada.

El Estado impuso una narrativa y 30 años después, vienen las interrogantes.

Corrupcion, impunidad e injusticia son el problema de fondo, son un problema estructural.

Ni la izquierda ni la derecha, han entendido el problema de la impartición de justicia.

La descomposición del sistema político, ha conducido a una violencia político-electoral que se ha disparado por falta de investigación y justicia.

En el caso del asesinato de Colosio, no hubo justicia para nadie, ni para la familia ni para la sociedad, se violó todo el debido proceso y no hubo investigación exhaustiva.

Pregunté a Luis Donaldo Colosio Riojas: ¿qué opinas de la posible libertad de Aburto?, y me dice tajante: “ya que salga, que se vaya y se calle y así se cierre esa página, que no sigan utilizando esta tragedia para sacar raja política, si ese hombre -Aburto-, recibió maltrato, pues ya cumplió, ya que salga”…

Le digo: ¿y si no sale?… ante un silencio elocuente luego repone: nada. “A Colosio debieron haberle hecho justicia hace 30 años, ahora, no se la van a hacer; lo que importa es que a México se le haga justicia”.

“La justicia que no recibieron mi padre y mi familia, entonces, esa justicia se la hizo la vida, cuando nacieron sus nietos “.

Como no emocionar las palabras de ese niño de 8 años en 1994, y las palabras del niño hoy hecho hombre, un hombre adulto, ¡maduro física y mentalmente!.

Un hombre que hoy enjuicia aquel trágico hecho (la pérdida de su padre), y hace 30 años, necesitaba 10 mil pesos ¡para dárselos a Aburto y le dijera quién “ lo había mandado” a matar a su padre!.

En memoria de Luis Donaldo Colosio Murrieta…

¡Digamos la Verdad!