Suprema Corte: entre la corrupción y la honestidad
Por José Lima Cobos
El presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador, ha sido enfático, claro y preciso en cuanto a que el Poder Judicial está podrido y que no existe más remedio que el jefe del Estado Mexicano —que es él lo es únicamente— deje a un lado el derecho que tiene de acuerdo con el Artículo 96 Constitucional de proponer las ternas al Senado, a los que pudieran ser integrantes de la Suprema Corte de Justicia, lo cual garantiza que, si se procede a la elección, tendría el fracaso que ya se vio en los cuatros ministros que él propuso y que, está acreditado en autos —dicen los abogados— han traicionado a quien los propuso y no se demuestra eficiencia, capacidad y probidad o que se hayan distinguido por su honorabilidad, competencia y antecedentes profesionales en la actividad jurídica y menos su compromiso con la nación, porque su actuar no ha sido, ni por asomo, de estar en contra de desterrar la corrupción, en todos los niveles e impunidad, al contrario, se ha afianzado la desfachatez. Ahí está, por ejemplo, que la magistrada presidenta Norma Piña fue a recibir un premio —no sabemos por qué— y hablar de que respeta la Constitución cuando desde que llegó como ministra, la ha violado de manera flagrante.
Existe un hecho histórico, que obviamente, pueden analizar los ministros propuestos por el presidente López Obrador y que el senado aprobó, para que los haga reflexionar, pues en principio si existiera en la mayoría de ellos dignidad, decoro y pundonor, no hubieran aceptado participar de su designación siendo ellos, José Luis González y Margarita Ríos Farjat o bien Yasmín Esquivel Mossa y Loretta Ortiz Ahlf, habida cuenta que estaban sabidos que se abrirá una nueva etapa como es acotar o destruir la corrupción y los privilegios que existen, de manera criminal, en ese poder, es decir, si el Artículo 127 constitucional establece que nadie puede percibir un sueldo mayor que el Presidente de la República, de inmediato lo hubieran hecho cumplir, por el contrario en el silencio de la complicidad que da el agandalle, hicieron mutis y ahí están, medrando, saqueando y atracando lo recursos de la nación al percibir sueldos criminales en detrimento de satisfacer necesidades más apremiantes del pueblo de México, como la gran miseria en que se vive.
LOS CONTRARIOS EN IDEALES
El día que el presidente Lázaro Cárdenas determinó que el general Manuel Ávila Camacho lo sucediera en la elección presidencial en lugar de Mújica —autor del decreto de la expropiación petrolera— y al resultar triunfante, invitó a su gobierno a Narciso Bassols como secretario de Educación Pública, sin ningún alarde, solo por dignidad y respeto, le explicó que no podía aceptarle ese ofrecimiento porque no coincida con sus ideas, por ser contrarias al proyecto de nación de la que formaba parte, lo que obviamente sorprendió al presidente Avila Camacho, —eran entrañable amigos— sin embargo, solo le pidió que jamás hiciera comentario alguno en su contra y que donde, si se encontraban de casualidad lo saludara con el afecto que en lo personal se tenían, una especie de blindaje porque el poder presidencial era omnímodo.
Esto mismo se pudo fácilmente darse, si los cuatros ministros propuestos por el presidente López Obrador, —con algo de dignidad y vergüenza— le hubieran expresado que su actuar en el ejercicio era contrario al Proyecto de Transformación que anunció con antelación y lo peor, que iban a respetar al jurar la constitución, que cumpliría con lo establecido en el Artículo 127 —que nadie debe ganar más que el presidente— pero no sucedió así, al contrario, se acogieron a los privilegios que todos los demás ministros tenían después de esa reforma que fue en 2009, es decir, en síntesis, los once ministros de esa corte carecen de autoridad moral, jurídica, política y su actuar es contrario a expresado de guardar y hacer guardar la constitución y sus leyes en consecuencia por sus actos y omisiones que afectan la legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad y eficiencia, deben dictarse las medidas administrativa que señala la fracción lll del Artículo 109 constitucional que consistirán en i.- amonestación, ii.-suspensión, iii.- destitución e iiii.- inhabilitación y las sanciones que deberán establecer de acuerdo con los beneficios económicos y los daños patrimoniales causados por sus actos u omisiones.
Para abundar un poco más en ese asunto bochornoso para la nación, y digno de vergüenza y falta de honestidad, por provenir de los ministros de la suprema corte y los miembros del poder judicial de la federación, se tendrá que observar lo que prevé el Artículo 94 constitucional, en base a lo que disponen las leyes y la auditoría superior de la federación esta obligada a fiscalizar el manejo, custodia y aplicación de recursos públicos, lo que no acontece al violar la ley federal de presupuesto y responsabilidad hacendaria cuando maneja un fideicomiso de más de 20 mil millones de pesos, con opacidad expresa, pues no rinden cuentas a nadie, violando los artículos constitucionales que en sus resoluciones invoca como el derecho a la información y publicidad.
Si lo anterior no fuera suficiente, no hay razón para que no se inicie el juicio de procedencia contra todos los ministros, pues con independencia de que existen violaciones graves a la constitución, el Artículo 109 y demás relativos de la constitución, no excluye a ningún servidor público, por lo mismo, no debe ser motivo de espanto que la cámara de diputados y senadores procedan en consecuencia y que no les tiemble las piernas a nadie, pues lo contrario es ser cómplices, o lo menos que podemos decir, complacientes por aquello que se diga que es persecución política , de lo contrario, la pudrición que existe en ese poder judicial se verá en la impunidad y con la corrupción mas elocuente e indiscutible de corrupción política.
Ahora bien , si se toma en cuenta que el Presidente de la República —hecho histórico y democrático— renuncia a la facultad que tiene de proponer a los ministros y que se haga una elección directa por las ternas que tendrán que participar en la contienda electoral, hay que aplaudir esa decisión, por ser lo más democrático y así no habrá más que queja de traición o equivocación de un solo hombre, sino que el pueblo, la ciudadanía ha marcado el rumbo y el sufrirá las consecuencias.
Si los cuatro ministros tuvieran la mínima dignidad, ya le hubieran presentado su renuncia al Presidente de la República e incluso, los restantes 8 deberían de hacer lo propio ante los constantes señalamiento que, todos los días se le hacen desde el palacio nacional por quien sufre los embates no solo de sus adversarios internos que son financiados por el gobierno de los Estados Unidos y aquí representa Claudio X González y sus voceros que son los medios de información, radio y televisión que, en otras condiciones estarían al servicio del régimen si este fuera corrupto.
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