Sexenio perdido
Por Aurelio Contreras Moreno
Dentro de menos de una semana concluirá el sexenio de Cuitláhuac García Jiménez y con éste, una pesadilla de incompetencia, corrupción, violencia y autoritarismo.
Lo que comenzó con al menos tenues señales de darle una dirección distinta al gobierno de Veracruz, luego de varias administraciones impresentables y corruptas, terminó como una más de las que quedarán para la ignominia histórica, aunque no necesariamente para el olvido.
No hay un solo indicador que salve al gobierno de García Jiménez. Veracruz es hoy un estado con altos índices de violencia, destacando sin duda la feminicida, que ubica a la entidad entre las punteras del país en agresiones contra las mujeres.
En materia de obra pública, la poquísima que se realizó no es eficiente ni atendió los problemas de las regiones. Apenas si hicieron caminos semirrurales, mientras que el resto de la red carretera estatal es un verdadero desastre. Y las obras viales que levantaron en zonas urbanas están mal hechas, mal planeadas pero eso sí, bien “fileteadas” con su respectivo “moche”.
Contrario a la principal bandera del obradorato, el gobierno morenista de Veracruz fue un pozo de corrupción. Y ni siquiera es que lo diga la oposición o la prensa no cooptada. Los propios militantes, como el hoy senador Manuel Huerta Ladrón de Guevara, lo señalan sin dudarlo un instante.
Por ejemplo, fue evidente todo el tiempo cómo desde la Secretaría de Finanzas y Planeación se financió a una organización política, “Unidos Todos”, que se dedicó a promover electoralmente al grupo de cercanos de Cuitláhuac García, empezando por su primo hermano Eleazar Guerrero Pérez, quien sangró al erario para hacer política en favor de Morena, coaccionando a los burócratas estatales para asistir a mítines, marchas, chapeos y jornadas de propaganda política.
Ya para terminar el sexenio han comenzado a salir a la luz los “negocitos” de los titulares de las secretarías de Turismo y de Gobierno, quienes de vivir en la sufrida medianía hace seis años, han pasado a ser prósperos propietarios de ranchos, empresas e inmuebles, que no podrían justificarse con sus “republicanos” sueldos.
Ni qué decir del uso del esquema de empresas y empresarios “fantasma” para “ordeñar” el presupuesto en obras y servicios inexistentes, asignados a empleados de gobierno, maestros o beneficiarios de programas sociales, prácticamente de la misma forma que en su momento hizo un antecesor de Cuitláhuac García, Javier Duarte de Ochoa, quien está a un paso de obtener su libertad gracias a las pifias de la Fiscalía General del Estado.
El gobierno supuestamente “humanista” y “progresista” se dedicó a perseguir a sus enemigos políticos y hasta se inventó leyes para reprimir a los ciudadanos que se manifiestan y protestan contra las falencias, abusos e incompetencia de los gobiernos. Irónicamente, el ámbito de donde muchos de los hoy encumbrados morenistas provienen.
En cinco días concluye un sexenio perdido para Veracruz. Uno más, en el que siguieron desapareciendo personas, en el que no hubo desarrollo social ni oportunidades, en el que los servicios de salud fueron una catástrofe, en el que no hubo seguridad para los habitantes de la entidad, pero que se salvó de hundirse gracias a un feroz clientelismo que compró la voluntad y hasta la dignidad de los electores, que le dieron continuidad al régimen a pesar de todo.
Que luego no digan que no sabían.
Legado atroz
Desaparecer a los organismos autónomos, y en especial los de transparencia, será uno de los legados más atroces de Claudia Sheinbaum, por la involución antidemocrática que eso representa.
Y sí, será ella quien deba cargar con eso, aunque quien lo haya ordenado haya sido Andrés Manuel López Obrador.