COLUMNISTAS

Se repartieron el mundo

 

Por Herlindo Robles

Los escándalos por la intromisión y espionaje a dependencias de seguridad nacional a países latinoamericanos ha tenido respuesta. En Perú el presidente Pedro Castillo, está resintiendo el embate de la oposición, después de la reunión de la OEA en la que estuvo presente Antony Blinken, que al parecer llegó cual “ave de mal agüero” a saludar al presidente emanado del pueblo.

 

 

La política de “golpes bajo la mesa”, puede seguir impulsada por funcionarios desleales a la democracia en aquel país del norte de la que salió fraguada la Operación Condor en contra de gobiernos socialistas del Cono Sur, causando una gran migración de ciudadanos de aquellos países.

Con un retardo e incluso retroceso del progreso de aquellas naciones, tanto en el tema económico como en circunstancias sociales que son de fondo las de más impacto en el desarrollo de los pueblos.

Después de muchos años y con el nacimiento del nuevo milenio, fueron desclasificados en la unión americana los archivos de los genocidios de los años 70 en Latinoamérica. Sin embargo, ni siquiera estos antecedentes han mesurado las acciones injerencistas que, de manera repetitiva, se realizan en países que buscan la libertad política, económica, social y determinación.

 

 

El reto es alcanzar la convivencia respetuosa entre países, dejando de lado las acciones de espionaje e intervencionismo, en contra de países con economías emergentes, pues de lo contrario se acentúa la pobreza y aumentan las necesidades básicas de los pueblos, lo que es incentivo de migraciones masivas y deterioro de la calidad de vida de los pobladores.

Siendo falso que los pueblos deriven en su estabilidad de la “mano democrática”, de algún país extranjero. Respeto, independencia y libertad, deben ser los principios que en América deben regir, tomando como referente el continente y no el país que bajo la doctrina de “América para los americanos”, ha marcado como suyo todo un continente, con el sustento de los acuerdos realizados entre:  Stalin, Churchill y Roosevelt, en febrero de 1945, en el Palacio de Zar en Livadia, Yalta, Crimea.

De esos acuerdos derivó el derecho de las naciones a la injerencia en los países que cada fuerza militar fuese liberando, convirtiendo en botín de guerra al mundo entero, solo que nuestro continente, fue “apartado” fácticamente, bajo la mencionada doctrina, que hoy suena inocente, pero en el fondo es una perversa acción de posesión y derecho de injerencia que solo existe en las mentes retorcidas de algunos funcionarios infiltrados en organismos, agencias y dependencias gubernamentales norteamericanas o de corte internacional.

 

 

En pocas palabras, ante intentos de intervencionismo extranjero, el presidente López Obrador sentenció en días pasados; “no somos colonia, ni de China, ni de Estados Unidos ni de Rusia”, por supuesto que se nos debe respetar como nación libre y soberana, pues los gobiernos sometidos y entreguistas, no volverán a regresar a México.

 

 

Twitter: @zorvha

 

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