COLUMNISTAS

Protagonismo y piso parejo

 

Por Ángel Álvaro Peña

Sin duda la moda entre la clase política tiene que ver con el hecho de perder la vergüenza. Exhiben su miseria en el menor descuido y se pasean como si fueran merecedores de premios y reconocimientos.

Si dejamos a un lado si algunos galardonados son merecedores o no de los merecimientos otorgados últimamente encontramos que el piso parejo no existe, y si está parejo lo hacen disparejo ellos mismos.

Son tiempos de elecciones y con el pretexto de que todo se vale, en lugar de lucir sus virtudes exaltan sus defectos, sobre todo aquellos que tienen que ver con el ego, la promoción y el protagonismo. La primera en llevarse pesado fue la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña, quien anuncio con bombo y platillos que había sido seleccionada para recibir un reconocimiento de la Asociación Internacional de Mujeres Juezas, de la que ella forma parte como dirigente de la sección de Latinoamérica, de tal suerte que dentro de esta región es la que conoce a las nominadas y vota en consecuencia para ser reconocida por la implementación de principios de derechos humanos, y también aprueba las designaciones.

Es decir, ella misma se propuso, voto y aprobó que sea ella la galardonada de su asociación este año.

 

 

Pero no es la única que lanza un bumerang para recibirlo con creces, ahí está también el caso de Marcelo Ebrard quien se dejó consentir en plena precampaña para la candidatura por el Instituto Nacional de Administración Pública, con el doctorado Honoris Causa que otorga el Instituto. Creando así un suelo poco parejo en la contienda por ser el abanderado de Morena para la Presidencia de la República.

Ebrard se queja de que no hay igualdad de circunstancias para obtener la candidatura de Morena; sin embargo, aprovecha las reuniones y eventos propios de la Secretaría que encabeza para dejarse querer mientras los asistentes le gritan ¡Presidente! ¡Presidente! En lugar de posponer la entrega del doctorado para otro momento. Por lo pronto, hay quienes apuestan fuerte, incluso se llevan entre las patas el prestigio de sus instituciones.

En las mismas circunstancias se encuentra Claudia Sheinbaum, quien debió postergar la entrega del Premio Nacional de Ciencias 2022 a su madre, Annie Pardo Cemo, que, supuestamente de manera imparcial, otorga la Secretaría de Educación Pública, que encabeza su amiga Leticia Ramírez Amaya.

Son tiempos en los que los funcionarios públicos deben apegarse a las reglas, ser honestos y mostrar su interés por la sociedad y no por su propio ego. Porque los que se entregaron estos tres reconocimientos, de manera directa o indirecta; sin embargo, es más fácil que se quejan de las desventajas de su posición que de las ventajas.

Saben que, al hablar de falta de piso parejo, de igualdad de circunstancias, de preferencias o favoritismo, implica que aparecerán en los medios que la oposición utiliza para golpear a Morena. Eso no les importa a quienes quieren reivindicar su imagen a través de los medios. La primera de ellas sabe que hay mucha gente que la rechaza como Presidenta de la Suprema Corte de Justicia, y por eso Norma Piña buscó un reconocimiento más allá de nuestras fronteras.

Los otros dos, fueron incapaces de posponer la entrega de esos reconocimientos en nombre de la igualdad de circunstancias para hacer más justa la lucha por la candidatura de Morena, pero tanto Claudia como Marcelo se adelantaron a los tiempos, a grado tal que no es difícil encontrar paredes con sus nombres considerándolos presidentes de México, desde ahora.

Esto debe ser observado por los mexicanos, quienes saben que el protagonismo termina por aniquilar la imagen de quien lo encarna, ahí está el ejemplo de Ricardo Monreal que por moverse tanto empezó a borrarse de la lista de corcholatas.

 

PEGA Y CORRE

La Secretaría de Seguridad y Protección ciudadana informó que en el primer cuatrimestre del año aumentaron los homicidios dolosos un 0.26 por ciento lo que quiere decir que hubo 9,912 en cuatro meses, con un promedio de 83 al día.

 

Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes