Progresista gana terreno en la Gran Manzana
Resulta fascinante cómo Zohran Mamdani, un joven de 34 años, musulmán, de origen ugandés, logró conquistar la alcaldía de Nueva York: la ciudad donde nació Donald Trump. Su victoria representa un golpe simbólico para el presidente, quien abiertamente respaldó al exgobernador Andrew Cuomo. Irónicamente, Cuomo, quien alguna vez se enfrentó a Trump, terminó buscado su apoyo al lanzarse como independiente tras perder las primarias demócratas. Los neoyorquinos, sin embargo, optaron por el perfil progresista, inclusivo y diverso de Mamdani, enviando un mensaje de cambio político y cultural.
En esa narrativa, la figura de su esposa, Rama Duwaji, resulta fundamental. Artista siria y animadora, Rama ha sido parte activa en la construcción de la marca personal del nuevo alcalde. Su historia —una pareja joven, multicultural, que se conoció en una app de citas— aporta un aire fresco a la política. Ella representa sensibilidad, arte y apertura, mientras él proyecta liderazgo, convicción y empatía. Juntos encarnan esa nueva idea del poder compartido, donde la pareja no se limita a acompañar, sino a comunicar.
El caso recuerda inevitablemente al de Samuel García y Mariana Rodríguez, en México: un matrimonio que convirtió su vida cotidiana en un activo político, transformando la cercanía y la exposición en votos. A diferencia de ellos, Claudia Sheinbaum y su esposo, Jesús María Tarriba, mantienen una relación de bajo perfil, más reservada, lo que demuestra que cada fórmula conyugal tiene su propio estilo, pero también que la presencia de una pareja puede ser determinante para la percepción pública de un líder.
Y hay razones que lo explican. Diversos estudios sostienen que los votantes confían más en políticos casados que en solteros. En Suecia, los legisladores tienen más probabilidades de estar en pareja que la población general, y en India, los votantes casados participan más en las elecciones que los solteros. Además, solo el 15 % de la población mundial confía en los políticos, según Ipsos, lo que convierte la estabilidad matrimonial en un símbolo de credibilidad. En política, el matrimonio no es solo una historia personal: es un activo público.
Un matrimonio sólido proyecta confianza. Las parejas visibles y coherentes —como Rama y Zohran— crean una narrativa de estabilidad que el electorado agradece. Por el contrario, lo peor que puede ocurrirle a un político es que su vida privada se rompa frente a la opinión pública. Ahí están los ejemplos de Bill Clinton y Monica Lewinsky, cuyo escándalo íntimo terminó convertido en un juicio político y hasta en una serie de televisión. Pero de esas cosas, mejor hablamos otro día.


