COLUMNISTAS

Por mi raza, hablará la democracia

 

Por Herlindo Robles

Al fin se vislumbra una esperanza para lograr sentenció: vida democrática en la UNAM. Desde su fundación en la época del porfiriato en la que se ostentaba como Universidad Nacional en la conmemoración del centenario en 1910, se trató de dar una identificación con sentido social, así José Vasconcelos, al ser nombrado rector durante el periodo presidencial de Adolfo de la Huerta, sentenció: “Yo no vengo a trabajar para la Universidad, sino a pedir que la Universidad trabaje por el pueblo”.

Así al paso del tiempo y en la distorsión social denominada neoliberalismo, las fuerzas liberales y conservadoras se han apropiado de la benemérita institución, utilizando los oficios de un grupo de aburguesados que llegaron al grado de pretender iniciar su privatización, iniciando con el cobro de cuotas escolares, planteamiento radicalmente rechazado por la comunidad estudiantil. Sin embargo, la dirección de la UNAM recae en un Consejo Universitario, conformado por cuotas de poder y que tiene la facultad de designar la elección y reelección por una vez de quién se denomina rector.

Entonces la comunidad estudiantil se convierte en mero espectador del manejo de la institución que per se debería ser el ejemplo de vida democrática en nuestro país. Desde esa designación y pasando por el manejo de un presupuesto de alrededor de 40 mil millones de pesos anuales, mismo que es en gran porcentaje aplicado a salarios, viáticos, investigación recibidos por una “casta dorada”,  y rubros que en nada benefician a la comunidad universitaria de fondo.

 

 

Al parecer el espíritu porfirista galopa plácidamente en los campus universitarios, bajo las directrices de egresados de universidades privadas como el ITAM. La gran voracidad de la política neoliberal, que ambiciona controlar todos los campos en el que impacta el presupuesto público, no excluyó a la UNAM, y gente como Enrique Graue, Krauze, el mismo “chipotle” Lencho Cordova, obtuvo el beneficio de que le estuvieron calentando la plaza desde el 2004, ahora llegará cínicamente a retomar su fuero académico, conjuntamente con su escudero Nipón Murayama.

Es urgente que la iniciativa planteada por el diputado Armando Contreras Castillo para modificar la Ley Orgánica de la UNAM a efecto de que la sucesión de la rectoría recaiga en una persona emanada de un ejercicio democrático expresado por el voto universal, libre, directo, secreto n la vida e intransferible emitido por la comunidad universitaria, así la propuesta de reforma al Artículo 6 de dicha ley, es una necesidad en la vida democrática de la nación, por lo que los diputados se encuentran en obligación de votar esta iniciativa que permitiría incluso la llegada de una mujer al selecto “Club de Tobi”, en el que se ha convertido el nido neoliberal exfoliador del presupuesto, obstruyendo el amplio criterio vasconceliano que prioriza el servicio al pueblo por encima de las castas privilegiada, como la de los médicos que gremialmente se han apoderado del gobierno de la UNAM, desde hace ya más de 20 años.

No debe existir en México, institución al servicio del pueblo que mantenga prácticas amafiadas a costa del presupuesto, ni mucho menos se puede pasar por alto que el mismo director jurídico de la UNAM y otros funcionarios  provienen de universidades privadas con ideología conservadora, y que desde ahí tratan de difundir su dañina educación con la nostalgia de lo tristemente aplicado en Chile con los “Chicago Boys” pupilos de Milton Friedman, profesor de la Escuela de Economía  de Chicago, con el resultado de la  brutal privatización que llevó a la crisis económica a aquel país, dejando sus recursos económicos y naturales, es en manos de empresas en su mayoría norteamericanas, pues recordemos que reza “América para los americanos”.

 


 

Twitter: @zorvha