Panistas, lejos del dolor
Por José García Sánchez
Para los panistas Perú no existe. Es un país extraviado en un planeta perdido. Sus legisladores que se dicen preocupados por los derechos humanos de cubanos, nicaragüenses y venezolanos callan ante la masacre que impone la golpista Dina Boluarte contra los peruanos.
El golpismo hermana a las derechas en el mundo entero, forman parte de un ADN maligno, que no han podido erradicar en siglos. Más de un panista aceptaría gustoso financiar, participar, impulsar un golpe de Estado en México eso es innegable.
Así que la situación en Perú, luego de arrebatarle la presidencia de la república aun un mandatario electo democráticamente, es de represión generalizada, con más de 47 muertos, un número incalculable de detenidos y desaparecidos, y miles de golpeados por protestar contra los políticas homicidas del país, principalmente en el sur de la nación sudamericana.
Para los panistas es muy común golpear y despreciar a la ciudadanía, tanto que pareciera que n se comete ningún delito al hacerlo. Ahí está el ejemplo de la alcaldesa de Álvaro Obregón, en la CdMx, Lía Limón, quien ve como algo natural que los uniformados golpeen a la población sin importar si son mujeres, niños o ancianos.
Es la represión generalizada la que acontece en Perú todos los días y el silencio de los autodenominados defensores de la vida permanece como si Perú no existiera.
El Ministerio Público de Perú abrió una segunda investigación contra Dina Boluarte por la masacre registrada en el departamento de Puno, al sureste del país, donde fallecieron 17 personas en medio de las protestas contra el Gobierno y la represión de la fuerza pública.
Existe una investigación anterior, de “deligencias preliminares” que adelanta su despacho sobre los hechos violentos ocurridos en diciembre del año pasado. La usurpadora se queja de que el mundo entero se les viene encima, pero cómo no hacerlo ante el silencio de la OEA, dela ONU y de otros foros internacionales que juran preocuparse por los derechos humanos de la población del planeta.
Es decir, ven la paja en el ojo ajeno y tratan de tapar la viga en el propio. Para ellos el mundo está lleno de errores de los contrincantes, ellos son perfectos. Y ya cuando se ven vencidos piden, como sucedió con la gobernadora panista cómplice del motín y fuga de narcotraficantes, que no se politice el momento. Alejar las interpretaciones y el análisis sobre la realidad no es politizar, simplemente es un ejercicio natural de las democracias, pero como los panistas son todo menos democráticos, se extravían en sus explicaciones para ocultar sus responsabilidades.
Dentro de estas atribuciones obligadas por la congruencia que aseguran tener, está la denuncia, reclamo, exigencia a la defensa de los derechos humanos en Perú, pero el silencio los condena, los describe, los muestra como cómplices de la muerte, la violencia la antidemocracia.
Mientras tanto, en Perú, Alberto Otárola, presidente del Consejo de Ministros de Perú, al solicitar un voto de confianza al Gabinete Ministerial del Gobierno de Dina Boluarte, huyó del recinto parlamentario luego de que los miembros de la asamblea les gritaran “¡Asesinos!”.
La situación de los golpistas es insostenible, pero los oligarcas peruanos y estadounidenses, con la complicidad, desde luego de la Casa Blanca, les obliga a permanecer oprimiendo a sus hermanos. Se prestaron a la farsa, ahora debe esperar a que el circo termine la función.
Los panistas indiferentes a la historia y a los pueblos, al dolor y a la pobreza, obsesionados con sus causas individuales y sus complicidades comunes, ven pasar la violación de los derechos humanos perpetradas por sus iguales, como si vieran llover.
Twitter: @Josangasa3