ESTADOS

México ha puesto «dispositivo criminal contra la migración» de Centroamérica, denuncia el EZLN

Mientras en Estados Unidos el gobierno del presidente Donald Trump detiene a migrantes “por el color de la piel y las identidades culturales”, “México ha puesto un dispositivo criminal contra la migración que proviene de Centroamérica” y de otros países, afirmó el Capitán Marcos, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

“El Instituto Nacional de Migración es una réplica, en ilegalidad, brutalidad, arbitrariedad y violencia, de la Border Patrol y el ICE de Estados Unidos, y el racismo en la sociedad no se queda atrás. Claro, con sus diferencias.  En USA los golpean, los encarcelan y los deportan.  En México los venden a los cárteles postores, los extorsionan, encierran, desaparecen, asesinan… y los queman vivos”, agregó.

En un comunicado agregó que “el color de la piel y las identidades culturales son, para los de arriba y sus sicarios, un recurso para identificar al enemigo a liquidar. El ejército mexicano (hoy tan adorado por el progresismo que ayer clamaba contra él), cuando invadió territorio zapatista en 1995 -producto de la traición de Ernesto Zedillo Ponce de León en febrero de ese año-, atacaba a las comunidades para robar (como ahora lo hace la llamada Fuerza de Reacción Inmediata Pakal del gobierno estatal de Chiapas) las pocas pertenencias de los originarios.  Al invadir gritaban: ‘¡Pinches indios pozoleros!’”.

Manifestó que “para el señor Trump es evidente que los ‘frijoleros’ no sólo hablan muy otro el inglés, también han creado su propia lengua. En enero de 1994, cuando decenas de miles de federales arribaron a Chiapas para ‘acabar con los transgresores de la ley’, un oficial que se desertó cuando se dio cuenta de a quién perseguían, nos contó que preguntaban a los altos mandos cómo identificaban a ‘los zapatistas’.  Los generales respondían: ‘son bajitos, piel oscura, hablan mal o no hablan español, y sus ropas son muy de museo y tienda de artesanías’.  La tropa se miraba entre sí.  Eran millones quienes respondían a esa descripción”.

Marcos dijo que “traigo este recuerdo porque ése es el criterio ‘criminal’ que usa el ICE gringo para detener, golpear, encarcelar y deportar a migrantes. ¿Importa que el detenido tenga papeles?  No, lo que importa es el color de su piel, su slang, argot, jerga (acá decimos ‘el modo’), su bigote, su ropa holgada, y que, frente a una hamburguesa y unos tacos, elige… los tacos (‘con cilantro, cebolla, tomate y harta salsa por favor’).  Si además es parte del movimiento LGBTIQ+, bueno, pues es un criminal con todas las agravantes”.

Agregó: “Empezamos con colores de piel, de ahí a cultura, lengua, estatura, comida, ropa, identidad sexual y afectiva, etcétera.  Agregue ahora su condición, legal o no, de tener otra geografía como lugar de nacimiento propio o de sus antecesores.  Migrante, o de padres, abuelos, bisabuelos migrantes.  Ahí tiene usted el perfil del criminal a perseguir”.

Sin ir muy lejos, continuó el Capitán, “el gabinete de Trump tiene, en sus puestos claves, a descendientes de migrantes. Marco Rubio, secretario de Estado, no tiene un apellido muy anglo que digamos y es hijo de migrantes cubanos. Kristy Noem, secretaria de seguridad nacional, es de ascendencia noruega.  Sin puesto (todavía) en el gabinete, está el senador de ultraderecha Ted Cruz, de padre cubano, y se llama Rafael. Lori Chavez, secretaria del trabajo, es de ascendencia mexicana. Trump es descendiente de migrantes y su señora esposa es eslovena de nacimiento”.

Señaló que, “puesto que está difícil diferenciar con esos criterios, entonces ubiquemos el argumento reiterado: son delincuentes.  En realidad, lo que no se dice es que los toman como “potenciales delincuentes. Deje usted de lado que varios de ese gabinete tienen acusaciones de abuso sexual y drogas. No está probado.  Entonces concéntrese en quienes son convictos, es decir, juzgados y declarados culpables.  ¿Lo ve?, sí, Donald Trump”.

También se refirió al presidente de El Salvador, Nayib Bukele “formado en la escuela de cuadros del FMLN hecho partido”, quien “los encierra y televisa las condiciones en que se encuentran. Lo que no impide que reciba su tajada del crimen organizado. La historia se repite en el resto de los países que tienen en esos colores oscuros su fundamento y su historia”.

  Y sin embargo, aseveró, “en los escaparates del progresismo (que, paradójicamente, se empeña en reivindicar el pasado), a veces lucen sus galas algunos maniquís ‘indígenas’ que aspiran, como servidumbre, a que su color sea tolerado en los pisos superiores de la pirámide.  O sea, como adorno de bisutería, barato y reemplazable”.

Expresó que “es ‘ciudadano’ el negro, el café, el amarillo, el rojo, el blanco. Lo es el alto y el chaparro; el gordo y el flaco; el hombre, la mujer y loa otroa; el mestizo y el indígena; el patrón y el empleado; el rico y el pobre.  En este sentido es igual el pueblo originario que es despojado de su territorio, que el que ejecuta la orden de desalojo y el funcionario ‘indígena’ que avaló ese robo.  La mujer víctima de violencia es igual que el macho que la desaparece, asesina o agrede.  La persona transgénero es igual que el policía que se ‘excede’ en el cumplimiento de su deber. La empleada de una cafetería es igual que Carlos Slim. Y así”.

Concluyó: “Si hay diferentes colores arriba, en la cúspide de la pirámide, y abajo, en la base que soporta sobre sus corazones el peso de la riqueza de los de arriba, ¿cuál es entonces la diferencia?  El lugar en la pirámide. Con todas sus diferencias, particularidades, colores, quienes están en la base de esa estructura tienen en común que son desechables. Y, por lo mismo, las guerras (en todas sus variantes) son para deshacerse de ellos”.