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La investidura presidencial

Nunca antes ha corrido más riesgo de desgaste la investidura presidencial que desde que López Obrador inició con sus mañaneras desde Palacio Nacional, e inauguró la estrategia de confrontación directa con ciudadanos.

Sin embargo, desde que el ex presidente inició esta nueva era de banalización  de la figura presidencial, comenzó también el evidente abuso de poder y la violación de un derecho humano básico, que es la reputación, porque no es lo mismo recibir la agresión de un igual, que de quien detenta todo el poder del estado.

Durante el obradorato la víctima constante fue Claudio X.  González, a quien culpó de todos los males del país.

Sin embargo, junto con las mañaneras, la presidenta Sheinbaum heredó también los riesgos de la sobreexposición mediática y la tentación a juzgar todo lo que sucede en el país, siempre bajo la óptica de este nuevo régimen de la 4T.

Si Claudio X. González fue el villano favorito de López Obrador, Ricardo Salinas Pliego lo está siendo el de la presidenta Sheinbaum. Sin embargo, el perfil del adversario también cuenta, pues Salinas no tiene la misma paciencia y tolerancia que tuvo Claudio para con su agresor. Además, Salinas posee gran talento para reaccionar a través de redes sociales, principalmente por la plataforma “X”, de Elon Musk.

“Quien se lleva se aguanta” dice el dicho popular” y ahí reside el grave riesgo que está enfrentando la presidenta al ponerse al “tú por tú” con un hombre tan mediático como Salinas Pliego y tan seguro de tener un gran arsenal de información para confrontar al poder.

Al cuestionarlo abiertamente, la presidenta abre la posibilidad a Salinas Pliego de defenderse públicamente.

Ya no son los tiempos del poder presidencial ilimitado que existía antes de la irrupción de las redes sociales, pues estas empoderaron a la ciudadanía.

Cualquier cosa que suceda a Salinas Pliego, significará un grave señalamiento en contra del Poder Ejecutivo, con la agravante de que tratándose de un hombre tan visible mediáticamente, la información daría la vuelta al mundo. Por tanto, ahora el Estado Mexicano debe cuidar de él y medir sus formas de respuesta.

Además, su cercanía con el presidente Trump, genera un punto muy importante a considerar.

Añadamos además que el contexto internacional en que le tocó gobernar a López Obrador, con un presidente norteamericano excesivamente mesurado, como lo fue Joe Biden, -que le toleró los agravios a su representante Anthony Blinken-, no es el mismo que está viviendo actualmente la presidenta Sheinbaum.

¡Qué necesidad de meterse en este problema tan delicado la presidenta Sheinbaum! ¿Y dónde están sus asesores?

Un asunto donde el Estado Mexicano tiene sus mecanismos de actuación jurídicamente, se está convirtiendo en una confrontación personal, donde quien tiene mucho que perder es la presidenta, pues está poniendo en riesgo el respeto que siempre proyectó la investidura presidencial.

La sobreexposición mediática de la presidenta Sheinbaum con sus mañaneras se está convirtiendo en un factor de riesgo.

El contexto actual exige una nueva política de comunicación para proteger la figura presidencial.

¿A usted qué le parece?