La economía de Gran Bretaña se contrae en octubre
La economía británica se contrajo 0.1 por ciento en octubre por segundo mes consecutivo, sumándose a los indicios de una ralentización mayor de lo esperado, un revés para el gobierno laborista que dijo haber hecho del crecimiento una prioridad de su gestión.
El retroceso sorprendió a los analistas, que esperaban un ligero crecimiento de 0.1 por ciento en octubre y se suma a la caída de septiembre, que también se encogió otro 0.1 por ciento, de acuerdo con datos de la oficina nacional de estadísticas (ONS).
En octubre el sector servicios se estancó, mientras que la producción de las industrias manufacturera y de la construcción también disminuyeron.
“Las cifras del mes son decepcionantes”, reconoció la ministra de Finanzas, Rachel Reeves, que se defendió no obstante afirmando que su gobierno “ha puesto en marcha políticas para propiciar crecimiento económico a largo plazo”.
Los analistas atribuyen la nueva caída del producto interno bruto (PIB) a la incertidumbre creada desde que el gobierno laborista avisó de “medidas duras”.
Su declaración presupuestaria del 30 de octubre —cuyo impacto directo se dejará sentir en los datos del PIB a partir de noviembre— impuso grandes subidas de impuestos a las empresas y más endeudamiento público, antes de presentar sus primeros presupuestos.
Dichos anuncios habrían propiciado que los consumidores hagan una pausa en sus gastos a la espera de más detalles sobre los planes fiscales del gobierno.
El mes pasado, el Banco de Inglaterra recortó su previsión de crecimiento anual para 2024 de 1.25 por ciento a uno por ciento, pero pronosticó un 2025 más fuerte, con un crecimiento de 1.5 por ciento.
La producción económica británica ha crecido lentamente desde la pandemia de covid-19.
Sólo Alemania, que también se vio muy afectada por el aumento de los costos de la energía tras la invasión rusa de Ucrania, ha obtenido peores resultados entre las principales economías avanzadas.
A principios de este mes, el primer ministro, Keir Starmer, confirmó que su ambición era que Gran Bretaña tuviera el crecimiento per cápita más rápido del PIB entre las economías avanzadas del Grupo de los Siete (G7).