COLUMNISTAS

ENTRE PERCEPCIONES Y SUPOSICIONES

RICARDO HOMS

La inauguración de los juegos olímpicos de París nos dieron un gran ejemplo de los peligros de las percepciones convertidas en suposiciones y los daños que pueden generar en la reputación de personas, instituciones, gobiernos o eventos.

Una de las tantas representaciones artísticas que se exhibieron a lo largo de varias horas de desfiles y producciones artísticas espectaculares, sobresalió porque aparentemente era una alegoría referente a la “última cena de Jesús”, personificada por figuras exóticas de la cultura Drag. Su impacto fue inmediato.

Vimos como empezaron circular mensajes de reprobación en las redes sociales, considerando esta banalización una falta de respeto al cristianismo.

Toda la magnificencia y derroche de buen gusto y elegancia para promover la cultura universal, perdió relevancia frente a la afrenta.

Fue hasta que empezó a circular información que adjudicaba el motivo de la obra, -no a la pintura La última cena” de Leonardo Da Vinci-, sino a la obra “Festin des dieux”, pintura de la mitología pagana realizada por el pintor holandés Jan Harmensz Van Bijlert, obra realizada en 1635 que hoy se encuentra en el museo Magnin de la ciudad de Avignon, Francia.

Este caso es sintomático y describe un fenómeno de hoy, referente a la creación de percepciones públicas que se convierten en referente para la generación de una suposición colectiva.

Del mismo modo en que el manejo subjetivo y poco claro de los temas que se impulsan en la agenda pública, está creando la percepción colectiva de que la reforma al Poder  Judicial de inmediato pondrá orden a la impartición de justicia, cuando hasta un estudiante de derecho sabe que las policías de todo el país son las principales transgresoras de los derechos humanos en México, así como los ministerios públicos. Sin embargo, estos no forman parte del Poder Judicial Federal, sino de las fiscalías de cada una de las entidades federativas y de la Fiscalía General de la República.

Es evidente que se juega con las suposiciones de la gente, -o sea del ciudadano-, que espera que los cambios favorables serán inmediatos y con resultados visibles en corto tiempo.

Las suposiciones siempre serán por cuenta y riesgo del ciudadano y no generan compromiso para ningún gobierno.

Por ello, vemos que dejar todo el peso del impacto social en el ámbito de las percepciones es muy cómodo y rentable políticamente.

No precisar ni aclarar es una vieja estrategia política que juega con las imprecisiones y ello ofrece siempre una puerta de salida para no comprometerse.

Las sociedades que crecen y se desarrollan son las que están bien informadas y con solidez emocional para no dejarse manipular por la retórica política.

¿A usted qué le parece?