COLUMNISTAS

El legado de José Mujica

Las personas adquieren respetabilidad a lo largo de su vida por una conducta congruente.

En el caso de los políticos la congruencia se manifiesta entre el discurso y su narrativa y su conducta cotidiana.

Puede uno no compartir la misma ideología y sin embargo, respetar a la persona por su congruencia y verticalidad de sus decisiones.

Hoy que es común asumir ideologías como si fuesen etiquetas de identidad y llevar una vida diferente a lo que se predica al pueblo, la vida de José Mujica, -nacido en Montevideo, Uruguay-, surge como un testimonio de vida que infunde respeto.

José Mujica formó parte en los años sesenta del grupo guerrillero “Tupamaros”, de filiación comunista. En 1972 fue apresado y mantenido en prisión hasta 1985, casi 13 años de su vida, precisamente en el periodo de la dictadura cívico-militar que gobernó Uruguay.

Para 1985, recién liberado al caer la dictadura, decidió reorientar su vida hacia la actividad política que se presentaba como una oportunidad en ese retorno a la democracia que vivía su país.

En 1989 fue elegido diputado y después senador. Su vocación agrícola le llevó a integrarse al gabinete del presidente Tabaré Vázquez como ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, cargo que ocupó del 2005 al 2008.

De 2010 a 2015 fue elegido presidente de la República Oriental de Uruguay. Aún siendo presidente renunció a las canonjías del cargo y decidió mantener su vida austera junto con su esposa y compañera de toda la vida, María Topolansky, cediendo el 90% de su salario a causas filantrópicas, lo que le llevó a ser retratado utilizando su auto Volkswagen sedán, al que en México se le ha denominado “Vochito”, conducido por él mismo mientras era presidente de la república y a vivir en una casa modesta sin servidumbre.

Hoy con un cáncer de esófago que se le ha extendido al hígado a sus 89 años de edad, vive sus últimos días y se ha retirado de sus actividades para morir con dignidad y con ello ha vuelto a ser noticia.

Es respetado en todo el mundo hasta por quienes defienden causas de filiación derechista.

Su fotografía charlando relajadamente con el Papa Francisco dio la vuelta al mundo no hace sino pocos años.

Hoy que en México la izquierda y el socialismo no son más que una simple etiqueta mientras que a su rededor hay opacidad y corrupción, nos debe llevar a la reflexión la trayectoria de José Mujica.

El estilo de vida de la 4T, -que habla de austeridad en público pero deja una estela de corrupción a su rededor-, mantiene a las clases populares crédula y confiada en una retórica humanista.

Los símbolos de la 4T palidecen frente a la trayectoria inexpugnable de José Mujica.

Los excesos de la vida de Vladimir Putin, -el otro símbolo comunista-, pierden valor frente a la modestia de este expresidente uruguayo.

Hoy, en los tiempos de la transparencia, la incongruencia no se puede ocultar y por ello sobresalen quienes han resistido la mirada inquisitiva y continua de la sociedad como este político uruguayo.

¿A usted qué le parece?