Desborde del río Santiago en Hidalgo afecta cultivos de siete localidades
A consecuencia de la intensa lluvia que cayó día y noche sin parar por casi dos semanas en esa región de la Sierra Hidalguense, provocada por el huracán «Erick», y por el desbordamiento del río Santiago, un aproximado de 300 familias dedicadas a actividades agrícolas de siete localidades perdieron sus cultivos de frijol, tomate, maíz y ejote.
Sin tener hasta el momento un número exacto de las hectáreas de tierra de cultivo que resultaron afectadas, Germán Hernández Pérez alcalde morenista de San Agustín Mezquititlán dijo que los poblados donde hay afectaciones de cultivos son Canoas, Carrizal Chico, El Terrero, El Durazno, Milpillas, Cañaditas, y La Cañada, comunidad que además quedó aislada, luego de que el camino que la une con otras localidades quedó cubierto de agua y lodo.
Algunos tramos carreteros quedaron inundados por el agua y hubo caída de muchos árboles.
Entre los labriegos afectados están los hermanos gemelos Jesús y Francisco Piña Córdoba, de la localidad de El Terrero.
Francisco dijo que para éste ciclo agrícola sembró 6 hectáreas de frijol negro y tres de tomate verde cuya perdida fue total.
Tras reiterar en todo momento que la lluvia «es una bendición» ya que la región había atravesado por una intensa sequía en los últimos tres años Francisco dijo que la lluvia se desencadenó unos dos o tres días antes de que comenzara la cosecha (que es el proceso agrícola en que los campesinos recogen lo que cultivan) .
No obstante, «comenzó a llover sin parar durante varios días y eso no nos permitió que pudiéramos cosechar. Cayó muchísima agua», aseveró.
La pérdida económica, según Francisco fue de 200 mil pesos.
Lo mismo le ocurrió a su hermano Jesús, quien cultivó tres hectáreas de maíz y otras tres de frijol.
En un recorrido realizado por La Jornada por los campos de cultivo del poblado de El Terrero, las matas con las vainas de donde se extrae el frijol negro yacen marchitas, luego de haber estado bajo el agua durante más de diez días.
«El frijol no sirve para nada «, dijo Francisco quien tenía la ilusión de cosechar al menos una tonelada de frijol por cada una de las hectáreas que cultivó.
Ante la falta de un puente vehicular, los campesinos utilizan tractores-los pocos que tienen o que rentan-para cruzar el río Santiago y llegar a sus cultivos de tomate, los cuales están totalmente podridos.
En apariencia, se ven bien pero al momento de tomarlos se sienten blandos,sin consistencia. «Están echados a perder», dijo Jesús Piña que sin dificultad abrió uno de los tomates, del que salió un gusano «cogollero» o «tomatero».
Explicó que se trata de una plaga que se alimenta de tomates, lo que ha obligado a los productores a fumigar de manera constante para evitar que se reproduzcan.
Sin embargo, las lluvias les impidieron fumigar durante casi dos semanas, lo que aunado a que los tomates quedaron debajo del agua, propició la reproducción de los gusanos los cuáles fueron los únicos beneficiarios de la inundación.
Parte de los cultivos de maíz también resultaron afectados, ya que los sembradíos según los hermanos Piña se encuentran a unos cuantos metros de la orilla del río, cuyas aguas residuales cubrieron las milpas cuando se desbordó.
Jesús comentó que solo una parte de su maizal se inundó.Pero dijo que es muy probable que en caso de que vuelva a llover de la forma tan impetuosa como hace dos semanas, es muy probable que se vuelva a desbordar el río, y que arrase lo que aún queda del sembradío.
Allí, a unos cuántos metros del río, yacían las mazorcas tiradas en el lodo, amarillentas y podridas.
Aseguró que cada vez más el río Santiago «invade» se expande hacía los lados para lo cual invade los predios que se encuentren a un costado del caudal.
Para tratar de contener las inundaciones, hace algunos años los labriegos de la localidad de El Terrero se organizaron y cooperaron para colocar un bordo de ocho metros de altura de tezontle y otras piedras en una parte de la orilla del río, lo cual además de costoso fue inútil porque el agua de todos modos llegó hasta los campos de cultivo y los inundó.
A diferencia de los hermanos Piña que son propietarios de los predios que se inundaron, otros campesinos como Gregorio Zamora, de la localidad de Milpillas se ve obligado a pagar cada año 25 mil pesos por el «arrendamiento» de 2 hectáreas de tierra para sembrar frijol.
A pesar de que todos los integrantes de su familia trabajaron para sembrar el frijol, Gregorio pagó 320 pesos a ayudantes por cada jornada que trabajaron durante los tres meses que dura el proceso de cultivo y de cosecha de la legumbre.
«Realizan diversas tareas cómo sembrar, deshierbar y fumigar», abundó Gregorio.
«También se les iba a pagar para que nos ayudaran a cosechar, pero ante lo que ocurrió, esto ya no va a ser posible».
Para colmo de males, el precio que los campesinos de San Agustín Mezquititlán reciben por sus productos agrícolas es miserable.
Uno de los labriegos comentó que en el caso del tomate, les pagan entre 5 o 6 pesos el kilo en la Central de Abastos de la Ciudad de México.
El precio lo establecen los locatarios al momento de que los camiones de carga que los productores también tienen que rentar, llegan hasta ese lugar .
«Se acercan al camión, revisan la mercancía y allí mismo nos dicen cuánto nos van a pagar sin aceptar ninguna clase de regateo»,
dijo don Antonio, otro de los campesinos.
«Nos dicen: O lo aceptas o sino mejor llévate de regreso tu mercancía, por lo que tenemos que aceptar lo que nos ofrecen».
Finalmente, los campesinos hicieron un llamado tanto las autoridades estatales como federales que pongan en la operación un seguro catastrófico para los productores del campo, para enfrentar desastres como el que originó el huracán Erick.