Derecho político ficticio
Por Alberto Woolrich Ortíz
Todos aquellos políticos profanos en las ciencias del derecho afirman sin saber que “todo el derecho relacionado con el estado se le debe de denominar como Derecho Político”; los versados en las lides del derecho contradicen lo expuesto refiriendo que no existe ese derecho, que el único derecho del que se debe de hablar en cuestiones de política es del derecho constitucional, ya que en éste derecho la política es limitada por el derecho.
Esas confusiones de nuestros políticos gobernantes, algunas veces inconscientes y otras deliberadas, le chocan sobre manera a la abogacía independiente de la República. Porque el derecho, a diferencia de la política, se encuentra presente en la vida de nuestro México en cada tiempo y en cada lugar, formando parte de la espiritualidad de la patria y ese Derecho Constitucional se encuentra muy lejano de las ocurrencias de aquél mal llamado “Derecho Político” o “Derecho del Político”. Pero cuando nuestros gobernantes hablan de “su” derecho político, algo se traen entre manos.
Hay que reconocer —y ello así se efectúa— que algunas togas independientes y de ciertos ilustrados “siervos de la nación” hacen múltiples esfuerzos para impedir que ese “derecho de la política” envuelva lo conceptos magistrales de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Así esas togas de defensa de nuestra carta suprema son llamadas por esos políticos gobernantes como togas de oposición o conservadoras, cuando en verdad deberían ser reconocidas por esa clase gobernante como togas de dignidad.
Don José Vasconcelos grande entre los grandes y a propósito de ello dejó muy claro: “No debe haber duda de que todo lo que se aparta de la gozosa y libre espiritualidad colinda con el error y se presta a la corrupción”.
Nuestros viejos y recordados catedráticos universitarios, únicos e inigualables, manifestaban con dejo de orgullo que la letra y espíritu de nuestra Constitución de 1917 nos protegía por igual a los mexicanos con “garantías” y que esas garantías fueron consignadas para siempre y que a futuro no existiría ningún derecho que pudiera o tendiera a destruirlas. Por tanto “ese” derecho o “su” derecho político jamás podrá vencer esa carta fundamental. Aunque los insignificantes pidan alguna ventaja para su mal llamado “derecho político”.
Es cuanto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz
Presidente de la Academia de Derecho Penal
del Colegio de Abogados de México, A.C.