COLUMNISTAS

¿De veras se valora el peso de una medalla?

Hay decisiones que revelan más del estado de una democracia que cualquier discurso
solemne. Una de ellas es, sin duda, la selección de quienes reciben los honores cívicos
creados para recordar a los personajes que marcaron el rumbo del país. Por eso vale la pena
preguntarnos —sin ingenuidad, pero con esperanza— si la LXVII Legislatura dimensiona
lo que significa otorgar la Medalla Adolfo Ruiz Cortines. No se trata de un reconocimiento
menor ni de una postal protocolaria: es un acto que debería encarnar la probidad, la
honestidad y la templanza pública de la que el propio Ruiz Cortines fue ejemplo.
La Comisión Especial del Congreso acaba de presentar la terna para la edición 2025: María
Luisa Bandala Pantoja, Emilio Álvarez Mikel y, para orgullo del gremio periodístico, el
veracruzano Raúl Peimbert Díaz. Su sola presencia en la lista bastó para que numerosas
agrupaciones de comunicadores celebraran la noticia. Y no es casualidad. En un oficio tan
golpeado por la precariedad, la violencia y la manipulación política, Peimbert ha sostenido
—durante décadas— una trayectoria que no se compra, no se improvisa y no se hereda: se
construye, a pulso, frente a la cámara, detrás del micrófono y, sobre todo, de cara a la
audiencia.
Es justo aquí donde conviene recordar el contexto histórico. Ruiz Cortines no fue un santo,
pero sí un político singular en un país acostumbrado a la simulación. Pacificó el campo
veracruzano, duplicó los fondos fiscales del estado e impulsó obras que trascendieron
administraciones. En 1954 fundó el Campo Experimental Cotaxtla, convencido de que el
conocimiento científico no era un lujo, sino la base del desarrollo. Ese compromiso con el
servicio público —sobrio, eficaz y sin aspavientos— es la vara con la que debe medirse a
quienes aspiran a recibir la medalla que lleva su nombre.
Por eso la discusión no debería centrarse en quién tiene más relaciones políticas ni en quién
posa mejor en la foto legislativa, sino en quién representa, con hechos, la ética del servicio.
Los integrantes de la Comisión —Bertha Rosalía Ahued Malpica, Urbano Bautista
Martínez, Elizabeth Morales García, Felipe Pineda Barradas y Adrián Sigfrido Ávila
Estrada— afirmaron que su terna deriva de una valoración rigurosa de trayectorias. Pues
bien: ojalá esa valoración permanezca intacta cuando el Pleno de los diputados vote, sin
dejarse arrastrar por presiones partidistas o acuerdos de coyuntura.
No se pide milagros, solo congruencia. Si la Legislatura desea honrar a Ruiz Cortines, debe
actuar como él: con seriedad, con sentido de Estado y con respeto al mérito. En ese marco,
el reconocimiento a un periodista de talla internacional como Raúl Peimbert enviaría un
mensaje claro: que Veracruz entiende la importancia de la libertad de expresión, de la
responsabilidad informativa y del compromiso con la verdad. Tres valores que nunca han
sido fáciles ni cómodos para el poder, pero que son indispensables para la vida
democrática.

La pelota está en la cancha del Congreso. Ojalá esta vez prevalezca el espíritu republicano
sobre el cálculo político. Y que la medalla no se convierta en un trámite más, sino en lo que
siempre debió ser: un homenaje a la integridad.