COLUMNISTAS

Asesinato político

La impunidad alienta la violencia en la entidad, cada día hay más crímenes contra políticos y periodistas

Por Ángel Álvaro Peña

El asesinato del líder municipal del PRD en Cuitláhuac, un municipio de Veracruz, de aproximadamente 14 mil habitantes, José Alejandro Naredo García, habla de una condición de vulnerabilidad para los habitantes del estado.

Porque el dirigente perredista fue ejecutado, no se trata de un homicidio para robarle, o secuestrarlo. De ser así, no le hubieran disparado con tanta saña; sin embargo, como sucede en estos casos deben investigarse todas las variables de las posibles causas; encontrar a los culpables materiales y a quienes ordenaron ese homicidio.

La violencia se ha adueñado de Veracruz desde que inició el actual gobierno. A lo largo y ancho de la entidad hay muertes violentas y la impunidad crece en la misma proporción que los crímenes sin resolver. El cambio de fiscal a principios del gobierno, se supone que tenía el objetivo de ser eficaces y sólo se convirtió en el resultado de una vieja rencilla entre políticos.

Los tiempos electorales parecen cobrar con sangre, desde hace muchos años, el escenario es regularmente Veracruz, lugar donde las autoridades no han podido controlar la violencia en todos los rincones del estado.

Autoridades estatales y la Guardia Nacional dieron a conocer que José Alejandro Naredo García, falleció tras ser víctima de un ataque armado.

Naredo García también se desempeñaba como taxista y músico en la región. Esa mañana fue emboscado por hombres armados mientras caminaba en la colonia Oaxaca a unos 30 minutos de Córdoba.

Pese al despliegue de un operativo de búsqueda no se ha informado de ninguna detención. Naredo García era un activista reconocido en Cuitláhuac, con estudios en la Universidad Veracruzana. Contribuyó a su comunidad desempeñándose como cobrador de autobuses locales, brigadista voluntario en “Rescate Lobos”, así como supervisor de materiales y albañil. Después de varios años de militancia en el PRD, ascendió a la posición de dirigente del partido a nivel municipal.

Es decir, era parte integral del pueblo, se trataba de un hombre comprometido con su realidad, aparentemente no tenía enemigos; sin embargo, los tiempos políticos obligan a realizar muchos cambios e impulsan conductas despreciables en Veracruz.

La entidad es el escenario también para el sacrificio de periodistas, donde pareciera haber guerra, pero una batalla sin fin contra los comunicadores desprotegidos por los mecanismos del gobierno que dicen blindar la integridad de los mismos.

Las instancias encargadas de proteger a los periodistas a nivel federal, abandonan a su suerte a quienes muestran, con evidencias, la urgente necesidad de protección en nombre de la austeridad republicana.

Las agresiones en Veracruz se han centrado desde diciembre de 2018 contra los perredistas, desde hace casi tres años el gobierno del estado mantiene en la cárcel a un perredista que no ha cometido ningún delito. Se le fabricaron no sólo delitos, sino se revivieron leyes para poder encarcelarlo. Una ley llamada “ultrajes a la autoridad” que sólo fue aprobada por el Congreso local para detenerlo a él y a los demás perredistas, que fueron capturados sin motivo alguno, posteriormente, todos ellos con pretensiones de un lugar en el Poder Legislativo local y federal.

En el caso de Rogelio Franco Castán, ex secretario de gobierno en el periodo 2016 a 2018, se le detuvo a pesar de estar amparado en nombre de la ley que después sería conocida como Ley Franco. El 13 de marzo cumple tres años en prisión, sin ser juzgado; ha ganado todos los amparos pero sigue privado de su libertad.

La saña del actual gobierno en Veracruz, encabezado por Cuitláhuac García Jiménez, contra los perredistas, anuncia impunidad en el caso de Alejandro Naredo, no significa que estén implicados o no los personajes del gobierno estatal, simplemente les ha dejado de interesar todo lo relativo a los militantes del PRD.

En redes sociales, Gálvez Ruiz escribió: «hay que ser muy cínico para decir que ‘estamos mejor que nunca’ mientras en la realidad asesinan a liderazgos opositores en todo el país».

La muerte de una persona es una tragedia no sólo para la familia, sino para la comunidad, la política, la libertad y la democracia. Si a esto le sumamos los antecedentes que existen en el estado respecto a la ineficacia de la justicia, la complicidad que por acción u omisión existe en el gobierno y los tiempos electorales, tenemos frente a nosotros un sabotaje contra el proceso electoral, pero sobre todo contra la inteligencia de los mexicanos.

Mensaje peligroso el asesinato de Alejandro Naredo, un hombre del pueblo, que no por serlo es menos dolorosa su muerte ni menos grave su asesinato.

Es necesario recapitular la historia de la violencia en Veracruz y leer el mensaje que este asesinato muestra a la sociedad.