El silencio cómplice
Por Ricardo Homs
Que el presidente López Obrador, -siguiendo su estilo intimidatorio-, amenace con investigar al Juez Francisco Javier Rebolledo por haber emitido una suspensión provisional para que la SEP no instrumente en 960 escuelas un programa piloto para evaluar el nuevo plan de estudios tiene dos ópticas: una de ellas reconocer que en el Poder Judicial aún hay jueces con dignidad, que defienden lo que consideran correcto y benéfico para el país. Esta es la buena noticia.
Por otra parte, se refrenda su carácter intolerante contra quienes no piensan como él, que durante cuatro años ha externado el presidente López Obrador durante la mañanera.
Sin embargo, el silencio cómplice de quienes encabezan el Poder Judicial es preocupante. Debieran salir al paso a exigir respeto para uno de sus miembros, que simplemente cumplió con el mandato que le da nuestra Constitución, pero quedaron mudos. O es que los atemorizaron, o sucumbieron ante alguna promesa salida de Palacio Nacional.
Al margen de opinar sobre el contenido de la resolución del juez, salta a la vista la actitud autoritaria del presidente, quien ya ha olvidado que él, -durante 18 años-, se dijo víctima del sistema político del país y hoy que tiene el poder absoluto, repite el mismo rol de sus antecesores.
Avisar en una mañanera que están investigando desde presidencia de la república a un juez es una amenaza y ello significa represión y censura, además de una interferencia contra la impartición de justicia, pues a él no le alcanza desde su honroso cargo para interferir en las actividades de ninguno de los dos poderes que son independientes del Poder Ejecutivo: el Legislativo y el Judicial.
Es censura porque lo que pretende el presidente es sembrar miedo en todos los jueces que reciban un caso en contra de alguna de las prioridades fijadas por él y entonces se abstengan de fallar en contra del gobierno federal.
Hoy vemos un grave peligro que recorre Latinoamérica y es la pérdida de respeto por el Estado de Derecho por parte de quienes gobiernan.
Lo mismo es Nayib Bukele, presidente de El Salvador, -quien violando la constitución de su país-, pretende reelegirse, que la pareja presidencial, -compuesta por Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo-, presidente y vicepresidente de Nicaragua, quienes han acaparado la atención de la prensa internacional al buscar gobernar por encima de la constitución de su país, no obstante haber llegado a la presidencia de sus respectivos países, por el voto ciudadano, a través de través de la democracia, pero ya instalados en el poder por el voto ciudadano, se olvidan de él.
Es la sociedad civil la que debe tomar las riendas de su futuro y proteger al Estado de Derecho, pues ningún partido político lo hará.
Del Estado de Derecho se deriva el respeto a nuestra Constitución y las leyes que de ella emanan.
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