“Nahle ordena Veracruz”
“El verdadero carácter siempre aparece en las grandes circunstancias”. – Napoleón Bonaparte.
En el turbulento mar de la política mexicana, donde las promesas suelen desvanecerse en el aire y las finanzas estatales terminan como víctimas de la improvisación o el despilfarro, lo que está ocurriendo en Veracruz con la administración de Rocío Nahle García merece atención, análisis y, sobre todo, reconocimiento. A tan solo nueve meses de haber asumido el cargo, la gobernadora ha conseguido lo que parecía imposible: restaurar la salud financiera de un estado históricamente golpeado por el endeudamiento, la corrupción y la inestabilidad administrativa.
La evidencia es contundente. Fitch Ratings, una de las agencias calificadoras más importantes a nivel mundial, mejoró la perspectiva financiera del estado de Veracruz a “positiva”, al tiempo que ratificó su calificación en “A-”, algo que no sucedía desde hace décadas. Para tener contexto, la última vez que un gobernador dejó finanzas sanas en la entidad fue Patricio Chirinos Calero, en 1998, quien entregó la administración con un superávit de aproximadamente 2 mil millones de pesos. Desde entonces, Veracruz ha navegado entre aguas turbias, hundido en deudas de corto plazo, escasa liquidez y calificaciones crediticias degradadas por malas decisiones y falta de disciplina fiscal.
Hoy, Veracruz está de vuelta. Y no es una afirmación ligera. En septiembre de 2024, Fitch informó que la deuda de corto plazo del estado se redujo a cero, después de haber alcanzado MXN 4,300 millones en 2017. Este logro, que parecería administrativo, en realidad tiene profundas repercusiones: significa que el estado ya no depende de créditos inmediatos para operar, pagar nómina o solventar servicios esenciales, un mal que en el pasado mantuvo de rodillas a gobiernos y ciudadanos por igual.
Además, la liquidez estatal se disparó hasta alcanzar MXN 23,000 millones en 2025, una cifra inédita en la historia reciente del estado. A esto se suma una razón de repago de deuda de 2x en 2023, la más baja en cinco años. Fitch proyecta que esta proporción se mantendrá por debajo de 5x hasta por lo menos 2028, lo que en términos técnicos significa que el estado tiene capacidad suficiente para cumplir con sus compromisos financieros sin sacrificar su operación básica.
Y como si eso no fuera suficiente, Moody’s México también se sumó al reconocimiento: elevó la calificación de Veracruz de A-.mx a A.mx con perspectiva estable, y ratificó en AAA.mx los 13 créditos bancarios activos. Según esta agencia, la mejora se debe a factores clave: reducción de deuda, incremento de ingresos propios y consolidación de la estabilidad fiscal. La fórmula Nahle —orden, disciplina y visión de largo plazo— está dando frutos en tiempo récord.
Este reordenamiento financiero no es casualidad, ni producto del azar. La administración de Rocío Nahle ha establecido una política clara de austeridad con eficacia, evitando la tentación de los créditos de corto plazo y optimizando cada peso disponible. Como parte de esta estrategia, destaca el impulso a la nómina única, un sistema que centraliza los pagos del personal estatal a través de BBVA, el banco que presentó la mejor oferta tecnológica y financiera. Esta medida ha permitido eliminar duplicidades, “aviadores” y pagos irregulares, asegurando que cada trabajador reciba lo que le corresponde, sin dispendios ni opacidad. En apenas nueve meses, este esquema ha comenzado a dar resultados visibles, ayudando a poner orden en la administración pública y asegurando un manejo más transparente y eficiente de los recursos humanos y financieros.
La reducción de deuda ha permitido liberar recursos que ahora se destinan a infraestructura social, atendiendo una deuda aún más grande: la que los gobiernos anteriores tenían con los ciudadanos.
En solo nueve meses, el Gobierno de Nahle ha reconstruido, rehabilitado y construido caminos y carreteras, muchas de ellas en zonas históricamente marginadas. Ha formalizado inversiones millonarias en hospitales, clínicas, guarderías y escuelas, mejorando el acceso a servicios básicos de salud y educación. En el puerto de Tuxpan, se legalizó y activó un nuevo polo de desarrollo, que no solo atraerá inversiones, sino que se vincula con los megaproyectos del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, colocando a Veracruz como un eje logístico y energético del país.
En el terreno energético e industrial, Rocío Nahle —con experiencia probada como exsecretaria de Energía— ha sido enfática en devolver a Veracruz su lugar como potencia en generación petroquímica, impulsando nuevas inversiones en plantas, ductos y desarrollo energético. Su visión busca no solo atraer capital, sino crear empleos sostenibles, mejorar la balanza comercial estatal y posicionar a Veracruz como el corazón energético de México.
En seguridad pública, aunque los retos no son menores, hay una estrategia en marcha. La gobernadora ha iniciado una reestructuración profunda del sistema de transporte público, eliminando redes de corrupción enquistadas en la Dirección de Tránsito, comenzando con la expulsión de los grueros y operadores ilegales que lucraban con el caos urbano. Asimismo, se ha activado un proceso de certificación y profesionalización de policías, lo que busca devolver la confianza en las corporaciones y garantizar una fuerza pública capacitada y confiable.
En el campo, un tema que suele ser olvidado, Nahle ha instruido acciones inmediatas para frenar la propagación del gusano barrenador, una amenaza seria al hato ganadero del estado. Esta atención directa al sector agropecuario representa una apuesta por la autosuficiencia y la seguridad alimentaria, pero también por dignificar la vida rural y evitar la migración forzada de los campesinos.
En materia turística, los resultados comienzan a notarse. Gracias a la organización de diversos festivales culturales, gastronómicos y deportivos, Veracruz ha experimentado un repunte importante en el flujo de visitantes nacionales e internacionales, reactivando economías locales, promoviendo el turismo comunitario y rescatando tradiciones locales que estaban en riesgo de desaparecer.
Sin embargo, como era de esperarse, los resultados positivos también han generado resistencias. Algunos sectores, especialmente aquellos afectados por los recortes, ajustes o limpieza institucional, han lanzado críticas que hablan de un estado “fuera de control” en materia de seguridad. Pero lo cierto es que, aunque persisten focos rojos en algunas regiones, la narrativa del colapso es exagerada y responde más a intereses políticos que a hechos comprobables.
Ningún estado puede transformarse de la noche a la mañana. Pero si algo ha demostrado la administración de Nahle es que, con liderazgo técnico, claridad de rumbo y voluntad política, los resultados pueden llegar más rápido de lo que muchos imaginan.
El éxito financiero de Veracruz no es solo un caso de éxito administrativo, sino un acto de justicia intergeneracional. Durante décadas, los veracruzanos cargaron con los errores de sus gobernantes: deudas ocultas, gasto irresponsable, nóminas infladas, obras inconclusas y una imagen crediticia que cerraba puertas. Hoy, esas puertas vuelven a abrirse, y detrás de ellas hay oportunidades: inversiones, empleo, infraestructura y, sobre todo, dignidad.
En un país donde muchas administraciones se hunden en la opacidad, los escándalos o el cortoplacismo electoral, Veracruz emerge como un faro de lo que puede lograrse cuando se gobierna con convicción, técnica y compromiso social. Rocío Nahle, en apenas nueve meses, ha hecho más que reordenar las finanzas: ha recuperado la esperanza de un estado que por años fue rehén de su propia historia.
Al tiempo.