COLUMNISTAS

JULIAN ASSANGE

La interpretación del caso Julián Assange ha sido totalmente incongruente por parte del presidente López Obrador, así como de todos sus correligionarios que presiden los gobiernos totalitarios de América.

Assange, vulneró los protocolos de privacidad de cuentas gubernamentales del Departamento de Estado del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica y exhibió en noviembre del 2010 información que comprometía la seguridad nacional de ese país, pues los documentos publicados se referían a la guerra de Afganistán y registros de la confrontación con Irak, siendo la mayoría documentos confidenciales

Además Assange filtró documentos privados de gobernantes, lo cual podría generar conflictos emocionales entre países, pues lo publicado por Assange era de tipo militar y diplomático.

Fue un caso de espionaje comprobado, equivalente al denominado Guacamaya Leaks, por medio del cual un grupo de hackers vulneró en nuestro país la seguridad de la SEDENA y difundió documentos secretos.

¿En el caso de Assange es libertad de expresión y en contraste Guacamaya Leaks invasión de la privacidad y espionaje?  

Este hecho muestra las tormentas mentales que se dan el Palacio Nacional. Un mismo hecho tiene dos varas y dos medidas.

Fácil aplaudir a Assange y abogar por él como héroe de la libertad de expresión y la democracia y por otro reprimir judicialmente a los periodistas mexicanos que se atreven a hacer investigación, como está sucediendo con Loret y María Amparo Casar.

No cabe duda de que la política en la 4T no está sustentada en valores, sino en el pragmatismo de la “realpolitik”; si el asunto conviene se apoya, aunque moralmente sea cuestionable.

Peor aún la declaración desafortunada diplomáticamente que sin ningún reparo vertió el presidente López Obrador al decir que “si lo llevaban a Estados Unidos y lo condenaban a la pena máxima y a morir en prisión, habría que iniciar luna campaña para que se desmonte la Estatua de la Libertad”.

No sólo es indelicado diplomáticamente expresarse así en contra del sistema de justicia de un país al que el mismo presidente López Obrador considera amigo y que además es nuestro principal socio comercial, y el principal inversionista en nuestro territorio, sino la incongruencia política que nosotros podemos cuestionar dentro de México.

Es entendible que pueda haber simpatía personal de López Obrador hacia Assange, -y tiene todo el derecho de hacerlo en el ámbito personal-, pero en su calidad de jefe de estado es una imprudencia hacerlo tan abiertamente, e incluso recibir en Palacio Nacional a John y Gabriel Shipton, padre y hermano de Assange-, para manifestarle su apoyo.

Como representante del Estado Mexicano cualquier declaración pública que involucre a otro país, puede ser comprometedora, -e incluso-, desacredita la persecución instrumentada por la UIF, -que es parte de la estructura del gobierno de México-, en contra de dos prestigiados periodistas que tuvieron la osadía de investigar a su familia.

La congruencia da y quita autoridad moral a los gobernantes. Por ello la cautela se convierte en una importante virtud política.

¿A usted qué le parece?