12 de octubre
En México le denominamos “El día de la raza” y en el resto de los países “El día de la hispanidad”.
Sin embargo, es una fecha con muchos significados. Uno de ellos puede considerarse como el inicio de la globalización, que hoy es un hecho consumado.
Sin embargo, detrás de esta fecha, en México, -más que en ningún otro país-, hay una animadversión contra España, aún vigente hoy día en tiempos de la 4T.
Creo es importante preguntarnos: ¿Cómo sería México si en lugar de españoles hubiesen llegado ingleses, o franceses, como sucedió en Norteamérica?
Es evidente que, si no hubiese llegado Colón, algún país europeo habría llegado a este continente y lo habría tomado como un territorio para colonizar. No podría haber sucedido otra cosa. Quizá hubiese sido 20, 50 o quizá 100 años después, pero habrían llegado.
Sin embargo, lo importante es: ¿Cómo habría sucedido?
Cuando viajamos a Estados Unidos o Canadá, ¿a cuántos descendientes de esos pueblos originarios vemos en la calle? … Yo nunca he visto ninguno.
Más bien nos encontramos con paisanos nuestros radicados allá, orgullosamente mestizos, que aún conservan muchas de las tradiciones de nuestro pasado indígena.
Es evidente que en toda esa extensión territorial que hoy abarcan Estados Unidos y Canadá hubo un genocidio para arrebatarles las tierras, y por ello no quedan hoy vestigios de la cultura, -o algún recuerdo-, de quienes habitaron ese territorio.
Toda la animadversión en contra de la presencia hispana no es mas que la desinformación originada por la “Leyenda negra española”, la primera campaña de desprestigio creada en el mundo en contra de un país, y fue instrumentada por Inglaterra, el natural adversario de la Corona Española.
Basta con darle una revisada a la información histórica documentada y descubrimos que quienes derrotaron al imperio azteca, -o mexica-, cuya capital Tenochtitlán estaba defendida por 150 mil guerreros no fueron los 850 españoles comandados por Hernán Cortés que sólo traían 15 caballos y 16 cañones, sino los 136 mil guerreros de una coalición conformada por totonacas de Cempoala, tlaxcaltecas, cholultecas y de otras etnias como huejotzingos, así como los de Quiahuiztlán, los de Chalco, Xochimilco, Azcapotzalco y otros, información documentada en las “Cartas de Relación”, enviadas por Cortés al rey Carlos I.
Por tanto, la mal llamada conquista en realidad fue una sublevación indígena de los enemigos tradicionales del imperio azteca, -como lo eran los tlaxcaltecas-, y de los pueblos sojuzgados, que encontraron en Hernán Cortés un líder que les guio para liberarse del yugo azteca y les enseñó a pelear con técnicas occidentales. Además dirigió la estrategia militar con el apoyo de su pequeño grupo.
Bien podemos preguntarnos por qué, -con tal superioridad numérica-, al haberse cubierto el objetivo de la derrota de Tenochtitlán los aliados de Cortés no se rebelaron en contra de éste y aniquilaron a todo el contingente español, lo cual hubiera sido muy fácil. ¿Qué veían en él que les infundía respeto y reconocimiento?
Para conocer la esencia de lo sucedido hace 500 años debemos revisar la legislación de la época, que inicia con las “Leyes de Burgos” de 1512, así como “las Leyes Nuevas” de 1542, que culminan con la publicación de las “Leyes de Indias” de 1680.
Desde el inicio, -después del regreso de Colón a España-, la reina Isabel declaró prohibida la esclavitud de indígenas.
Como regulación de la vida en los nuevos territorios, a partir de denuncias de algunos religiosos como Fray Antonio de Montesinos, respecto al trato a los indígenas en las islas La Española y en Cuba, el rey Fernando promulgó las Leyes de Burgos en 1512 (antes de la llegada de Cortés a nuestro territorio), en las que en 35 ordenanzas definieron, -además-, temas como el respeto a la propiedad absoluta de las tierras a favor de las comunidades indígenas. La protección laboral de los indígenas para que trabajasen siempre y cuando ellos lo deseasen, -por un salario-, con jornadas de ocho horas y descanso el domingo.
El respeto a la libertad de conciencia religiosa de los indígenas también fue declarado, lo cual significó que se prohibía imponer la religión católica, implicando entonces, -como medio de convencimiento y persuasión-, a la evangelización, lo cual propició incluso el sincretismo religioso que hoy representa un legado cultural para México, donde se funden las tradiciones católicas con el sentir indígena.
Este trabajo jurídico fue el primer documento que hubo en el mundo para la protección de los derechos humanos y la regulación laboral, sin que no se pueda negar que al margen de la ley debe haber habido abusos de particulares como sucede hoy día.
Evidentemente al prohibirse la esclavitud indígena surgió el comercio de esclavos traídos de África por comerciantes ingleses y franceses. En realidad, la prohibición de la esclavitud emitida por don José María Morelos durante la guerra de independencia se refería a los esclavos de origen africano.
El modelo político en la Nueva España no fue el de una colonia, -como coloquialmente se le dice-, sino un virreinato que tenía los mismos derechos y obligaciones que cada una de las entidades políticas que en la Península Ibérica conformaban la Corona Española.
Si hacemos de lado mitos históricos descubrimos una odisea cultural con tintes humanistas, totalmente fuera de lugar en esos lejanos tiempos violentos.
No olvidemos que precisamente 1492 la Corona de Castilla y Aragón, -gobernada por los reyes Isabel I y Fernando II-, habían logrado consolidar la expulsión de los árabes que dominaron todo lo que hoy es España durante 700 años.
Precisamente el 2 de enero de ese año los reyes Isabel y Fernando derrotaron a Boabdil, el último rey Nazarí, refugiado en la Alhambra de Granada, quien ese día se rindió ante ellos y entregó la ciudad, iniciándose así la integración de España. De este modo la reina Isabel I financió a Colón su viaje, iniciado el 3 de agosto desde el puerto de Palos.
Más que una conquista lo que se consolidó en nuestro territorio en 1521 fue una fusión de civilizaciones que trajo paz y prosperidad, convirtiendo a la Ciudad de México en la gran capital de lo que fue quizá la más poderosa potencia económica, política y social del mundo, durante los siglos XVI, XVII y XVIII, según consta en muchas crónicas de la época. Una ciudad más importante que Madrid en su tiempo.
Esta odisea nació a partir del descubrimiento de este continente por Cristóbal Colón, quien no era genovés, sino español sefardita, según muestran muy recientes estudios de ADN realizados a sus restos.
¿A usted qué le parece?